A La conjura para conquistar el anillo le falta Peterson
Los Cowboys se han conjurado: “¡éste es nuestro año!” El club está en ebullición desde el final de la pasada temporada como si todos los miembros de la franquicia hubieran visto la luz. Una iluminación celestial que les ha hecho descubrir el camino hacia el anillo. Y desde entonces se han sucedido mensajes optimistas e incluso triunfalistas, cenas trascendentales, sacrificios personales… todo dirigido a un único objetivo: volver a ser el Equipo de América.
Lo cierto es que las cosas en Dallas sí que parecen estar cambiando. Jerry Jones sigue siendo el propietario y manager general, pero está delegando cada vez más responsabilidad en su hijo Stephen y eso está ayudando a que el equipo sí parezca tener un proyecto. Incluso Jason Garrett, que en un principio parecía una marioneta maleable para Jerry Jones, se está descubriendo como un entrenador serio, eficaz y, sobre todo, con un buen proyecto deportivo, algo que durante muchos años ha faltado en Dallas. Sin embargo, no todo es tan bonito y las viejas maldiciones siguen vigentes: Dez Bryant se está dedicando a dar la nota en pretemporada y Peterson nunca llegó para sustituir a DeMarco Murray.
El fracaso para conseguir un relevo sólido para Murray es una mancha grave para una gerencia que está cambiando su estilo, pero que ni fue capaz de incorporar a Peterson, pese a los arrumacos que se hicieron ambas partes, ni parece haber conseguido un relevo sólido más allá de un nuevo comité tan de moda en la NFL, pero que casi siempre es un simple sucedáneo cuando no se tiene a un jugador capaz de superar con holgura las 1.000 yardas de carrera.
Los Cowboys pueden tener la mejor línea ofensiva de la NFL, un grupo de receptores excepcional, un quarterback de élite y en esta agencia libre parece haber reforzado la defensa a conciencia, pero el grupo puede echar demasiado en falta los ¡449 balones! que recibió Murray en 2014. De ellos, 392 fueron de carrera. Por supuesto que se benefició del trabajo de una línea descomunal, pero también descargó presión sobre Romo, que a sus 35 años no está para muchos golpes, y fue decisivo para controlar el reloj y dejar fuera del campo a una defensa cogidita por los pelos.
Es cierto que un corredor con un historial de lesiones y tantos balones recibidos en una temporada suele bajar su rendimiento en picado un año después, pero ni McFadden, ni Randle, uno por frágil y otro por insulso, parecen un relevo a la altura de Murray… por mucho que detrás de esa línea pueda correr cualquiera.
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las tres claves del equipo por Alberto Zaragoza
1 Que la línea ofensiva mostrara un nivel similar al de 2014 sería la mejor noticia para los Cowboys esta temporada, pero por piezas y un año más de experiencia en cada uno de sus miembros, su rendimiento puede ser mejor. Y eso sería histórico. De ella depende que Tony Romo alargue su carrera como QB del equipo, y que el comité de corredores actual luzca.
2 Una de las carencias más determinantes es la incapacidad de presionar y llegar al QB rival. Esto les situó como uno de los peores equipos de 2014 en este aspecto. DeMarcus Lawrence, si traslada su rendimiento de playoffs a la temporada regular, Randy Gregory y Greg Hardy, cuando cumpla su sanción, pueden darle una nueva dimensión a la defensa tejana.
3 La confianza hacia Jason Garrett terminó siendo clave el año pasado, tras tres temporadas que terminaron de la peor forma posible. Este debe ser al año de su consagración como head coach, gracias al magnífico trabajo de Rod Marinelli con la unidad defensiva, y la asignación de Scott Linehan como play caller ofensivo en detrimento del propio Garrett.
Lo mejor
1 Dez Bryant, Terrance Williams y Cole Beasley. Sólo pueden mejorar.
2 El retorno de Sean Lee, jugador determinante y que marca diferencias en la NFL.
3 La línea ofensiva es una acumulación de talento posicional como no hay en la Liga.
Lo peor
1 Se espera que con Byron Jones mejore una secundaria que lleva años sin responder.
2 Dos jugadores claves (Tony Romo / Sean Lee) preocupan en cada golpe que reciben.
3 Confiar el éxito del ataque terrestre a la OL es como jugar a la ruleta rusa.