El Tour de Francia 2015 ya está en Francia, donde estrenará su cuarto líder en cuatro etapas. Tony Martin, sobre la bicicleta de otro compañero, arrancó a 3 kilómetros de la meta y triunfó en Cambrai. Tras dos días con la miel en los labios, el alemán se enfundaba el maillot amarillo que ostentaba Chris Froome. El británico entró en el grupo perseguidor, al igual que Alberto Contador, Nairo Quintana, Vincenzo Nibali, Van Garderen, Purito Rodríguez... El 'Tiburón del Estrecho' lo intentó con insistencia sobre el empedrado, pero este año no logró descolgar a sus rivales. El adoquín sólo castigó a Thibout Pinot, desesperado por las averías.
Fabian Cancellara, uno de los mejores especialistas de todos los tiempos, no pudo cabalgar sobre su querido pavés. Como ya anunció el día anterior, ‘Espartaco’ no tomó la salida porque las pruebas radiológicas le detectaron dos vértebras fracturadas, lo que no le impidió acabar heroicamente la tercera etapa. El mismo camino siguió Daryl Impey, con una clavícula rota. Una tercera ausencia fue la de Andreas Schillinger, con una infección. El parte de guerra era amplio. Y así, con una buena parte del pelotón aún magullado y con Froome enfundado de amarillo, arrancó la temida jornada del empedrado.
Como de costumbre, no tardó en formarse la primera fuga del día, en el km 5, con Westra, De Gendt, Quémeneur y Brun, que llegó a alcanzar 9 minutos. El cuarteto llegó en cabeza, pero ya con el pelotón en el cogote, al primero de los siete tramos de pavés, aún a 122 km. El empedrado de Pont-à-Celles a Gouy no deparó novedades, pero mostró el arsenal mecánico. Los principales gallos del pelotón cambiaron de bicicletas, con amortiguadores y tubulares artesanales y con doble cinta en los manillares.
Los seis siguientes se concentraban en los últimos 42 kilómetros. Y en las cercanías apareció con timidez la temida lluvia, como el año pasado. Antes incluso del adoquín ya surgieron varias caídas: Dan Martin, Dowsett… Había nervios. Nibali afilaba el cuchillo. Llegaba el momento clave. El ‘Tiburón’, que el año pasado sacó tajada en este terreno, lanzó su primera dentellada en el tramo 6. Sus rivales aguantaron. Volvió a atacar en el tramo 5. Tampoco logró abrir hueco. En el número 4 hubo paz, pero en el 3 volvió a pegar otro arreón. Nada. El ‘Big Four’ se mantenía intacto. En el 2 y penúltimo, Pinot sufrió una avería y se descolgó. El francés, desesperado, llegó a golpear la bicicleta contra el suelo. Se le iba el Tour.
Los cuatro gallos, bien protegidos por grandotes escuderos, se plantaron juntos al último sector: 2.300 metros de Avesnes-les-Aubert a Carnières. También Purito Rodríguez. La lluvia no arreció y la supervivencia era más sencilla. Sólo faltaba una bala. El Astana apretó en cabeza, Valverde asomó a los primeros puestos, Stybar atacó… Y por fin se produjo un corte. Froome y Nibali salieron en cabeza, pero no abrieron mucho hueco. Tampoco hubo entendimiento. Valverde señalaba hacía atrás, donde tenía a su líder Nairo. El Tinkoff se organizó rápido en la persecución y cazó a 8 km. Se acabó el susto.
Ya sólo faltaba la resolución de la etapa. Tony Martin arrancó a tres kilómetros en búsqueda del maillot amarillo que se le había escapado en las dos últimas jornadas. El alemán, que había sufrido una avería, cabalgaba sobre la bicicleta de Matteo Trentin: “Con una bici que no era la mía, pensé que tendría que esperar a otro día para ganar la etapa”. No hizo falta. Martin aprovechó un momento parón atrás para abrir brecha. En el grupo principal iban todos los gallos… Todos menos uno: Thibout Pinot, la única víctima del empedrado. Este año el adoquín no ha sido decisivo.