Un ataque de sensatez en la casa de locos más molona
Los Raiders disputaron su última Super Bowl en enero de 2003. La perdieron. Desde entonces, además de Bill Callahan, head coach en aquel momento, han tenido ocho entrenadores. En doce años. Y tampoco está muy claro que fuesen buenos, malos o regulares. No daba tiempo a saberlo porque caían como moscas. El último en llegar ha sido Jack del Rio.
Ese carrusel tenía su explicación con Al Davis, eterno propietario del equipo y personaje estrambótico que mojaba el pan en la estructura deportiva sin importarle las consecuencias nocivas de ese permanente mangoneo. Pero al menos dotaba al equipo de una personalidad única que se ganó el corazón de todos los aficionados. Los Raiders, ganaran o perdieran, molaban. El problema es que tras la muerte de Al Davis en 2011, y la llegada de su hijo Mark, las cosas no han mejorado. El vástago no tiene la personalidad avasalladora de su padre, ni el talento para dotar de coherencia a la franquicia. De hecho, el baile de entrenadores se ha multiplicado tras su llegada.
La última apuesta, Jack del Río, es sensata, pero aburrida. Y los Raiders siempre habían sido cualquier cosa menos aburridos. Y además, su actual plantilla también parece más que divertida con un quarterback, Derek Carr, que durante el primer año recogió elogios por su frescura y dinamismo. Veremos si logra superar la difícil reválida del segundo año en la que han sucumbido tantas futuras y seguras estrellas.
Carr no es el único elemento molón. La línea ofensiva se ha reforzado bien con Rodney Hudson, Latavius es un corredor que huele a victoria, Amari Cooper llega desde el draft como la Estrella de la Muerte a ritmo de colisión, Mychal Rivera ya tuvo el año pasado alguna actuación brutal… Y en defensa está Khalil Mack, que aún nos tiene boquiabiertos tras un debut arrollador en plata y negro.
Todos juntos y revueltos en una mezcla de jóvenes prometedores y abueletes amortizados que en manos de un entrenador atrevido quizá no aspirarían al anillo, pero podrían convertirse en uno de los equipos más divertidos de la NFL.
Con Del Rio, difícilmente veremos algo así. Representante del catenaccio en versión NFL, intentará afianzar la defensa sin correr riesgos en ataque. Trabajo bien hecho pero alejado de los focos. Futuro.
Pero en un agujero negro a punto de teletransportarse a Los Angeles, difícilmente darán tiempo a Del Río para desarrollar un proyecto a largo plazo por muy bien hecho que esté. ¿Mola Del Rio? ¡¡¡Mola Jim Harbaugh!!!
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Las tres claves del equipo por Pablo Fernández
1 Oakland lleva diez años sin un receptor que llegue a las mil yardas de recepción en una temporada y cinco años sin un corredor de mil yardas. Por ello es clave encontrar, de una vez por todas, un referente en ataque que con su mera presencia aporte mesura y confianza en el resto de compañeros y que ayude a dar coherencia a un proyecto que ahora no tiene pegada.
2 Derek Carr tuvo una buena presentación como rookie dadas las circunstancias, pero si quiere convertirse en un quarterback para toda una década, va a tener que demostrar mucho más de lo que demostró durante la pasada temporada. No obstante, ha dado razones para ser optimistas en su progresión y puede ser el punto de partida para un futuro ganador.
3 Oakland ha tenido una agencia libre un tanto decepcionante teniendo en cuenta la gran cantidad de espacio salarial del que disponían, pero aún así, con los refuerzos que han llegado vía draft y agencia libre, estos Raiders deben ser los mejores Raiders de los últimos años si todos los recien llegado juegan al nivel que se espera por sus credenciales.
Lo mejor
1 Tras la elección de Khalil Mack, han vuelto a acertar de pleno con Amari Cooper.
2 Pese a la falta de talento de élite y ciertos agujeros, la plantilla es equilibrada.
3 El nuevo HC, Jack Del Rio, ya consiguió traer estabilidad en Jacksonville.
Lo peor
1 Pese a que se empieza a ver el horizonte, la reconstrucción puede llevar años.
2 A la inestabilidad deportiva, hay que sumarle los constantes rumores de traslado.
3 Equipo de jóvenes promesas y viejas glorias, hay más pasado y futuro que presente.