Tras dos años sin competencia (y sin entrenador), la selección femenina volvió al trabajo durante el mes de agosto. El último torneo disputado habían sido los Juegos Panamericanos de Toronto 2015, en los cuales el equipo no pudo pasar la Fase de Grupos. El regreso a las prácticas implicó que cada futbolista debiera garantizarse la forma de llegar hasta el predio de Ezeiza.
Esos traslados suelen acarrear complicaciones en sus trabajos: muchas pierden el presentismo o incluso días completos en pos de cumplir con su compromiso en el conjunto nacional. Ninguna vive del fútbol, sino que es una actividad a la que se dedican por pasión y con mucho esfuerzo.
Tras una ardua negociación con Ricardo Pinela, presidente de la Comisión de Fútbol Femenino, el equipo consiguió una "mejora" en los viáticos que debe pagar la AFA: les prometieron que cada una iba a percibir 150 pesos por día de entrenamiento (antes eran 140).
Aunque es sabido que, en la práctica, ese dinero muchas veces no alcanza a cubrir los gastos de traslado para las jugadoras que viajan desde Rosario y diversos puntos de la provincia de Buenos Aires, lo aceptaron. Sin embargo, la suma nunca se materializó: la entidad madre del fútbol argentino no la abonó a ninguna de las futbolistas.