Volvió Carlos Tevez a Boca, llegó Lucas Pratto a River, también pegó la vuelta para ayudar a Vélez un ídolo de la casa como Mauro Zárate. Independiente sacó la billetera y contrató a Silvio Romero. En Racing disfrutan los últimos meses de Lautaro Martínez, la joya que sueña con ir al Mundial de Rusia. Y San Lorenzo sigue gritando goles de Nico Blandi... Pero en la cima de la tabla de goleadores aparece un hombre sin tantas luces.
Sebastián César Helios Ribas Barbato. Uruguayo. Nacido hace 29 años en Montevideo. Le faltan tres centímetros para llegar al metro noventa de estatura. Jugó en 15 equipos y en nueve países diferentes. Habla francés, portugués, inglés e italiano. Lo dirigió su padre en dos ocasiones. Y hasta fue comprado por el Inter de Italia, donde compartió entrenamientos con Zlatan Ibrahimovic y Adriano, vivió en la casa de su compatriota Alvaro Recoba y comió asados junto a la banda argentina integrada por Zanetti, Cambiasso, Crespo, Burdisso, Cruz y compañía.
Con su grito en la última fecha ante Chacarita, el delantero de Patronato llegó a nueve goles en la Superliga y alcanzó en lo más alto de la tabla de goleadores a Darío Benedetto, el delantero de Boca que disfrutaba de una racha fenomenal en 2017 pero la rotura de ligamentos cruzados de su rodilla derecha lo sacó de carrera.
“Es raro verse arriba de la tabla de goleadores, pero gratificante. Es un premio: soy delantero y vivo del gol. En general ese lugar lo ocupan los delanteros de los equipos que pelean por salir campeón”, saca chapa Ribas, quien este sábado será titular en la visita a Defensa y Justicia (a las 17) y buscará quedar como máximo goleador del torneo.
Su vida es la de un trotamundos. A Patronato llegó desde la ciudad de Leópolis, en los Montes Cárpatos, de Ucrania donde jugaba para el FC Karpaty Lviv. Allí entendió un contraste duro: disfrutó de una ciudad bellísima y al mismo tiempo vivió en carne propia el drama de un país en guerra constante.
“Hasta que no lo vivís no conocés la real dimensión de lo que pasa. Cuando me tocó jugar en las afueras, cerca de la frontera con Rusia, se palpa mucha tensión. Un clima enrarecido. Se pierden vidas todas las semanas y eso se ve en la gente, en las calles. Están tristes. Y se cierran aún más de lo que son. Es un pueblo muy sufrido, que perdió muchas cosas. En las calles ves fotos de las personas que van desapareciendo. Si bien nunca llegás a ponerte en el lugar de ellos, estar ahí es muy fuerte”, relata el uruguayo.
La historia de Ribas arranca en las divisiones inferiores del Club Atlético Juventud, o más conocido como Juventud Las Piedras, equipo que ahora milita en la segunda división de Uruguay. El delantero tenía 17 años cuando un viaje le cambió la vida. Fueron a jugar a Italia el torneo juvenil de Viareggio, uno de los campeonatos de clubes más reconocidos para futbolistas sub 21. Y Ribas la rompió. El 27 de febrero de 2006 metió el gol del triunfo con el que Juventud le ganó la final 1-0 a Juventus. Y por primera vez un equipo no europeo levantó el trofeo. En esa formación también estaba Rodrigo Mora, el delantero de River que por ese entonces jugaba más atrás. “Era mediocampista por derecha y hasta jugaba de doble cinco. Ya se notaba que era bueno de verdad”, advierte el nueve.
La vuelta a Uruguay fue con honores y hasta recibieron una condecoración de parte del Senado y del intendente de Canelones.
Para Ribas, el torneo de Viareggio (fue elegido mejor jugador y fue el goleador con 5 tantos) se convirtió en la puerta de acceso al fútbol grande: dirigentes del Inter lo habían visto jugar en Italia y decidieron apostar en el grandote uruguayo.
“Era un mundo totalmente distinto. De un equipo de segunda división del interior del Uruguay llegué al Inter con 17 años y solo. Por suerte tuve mucho apoyo de los sudamericanos. El club me dio la posibilidad de alquilar un departamento pero viví en la casa del Chino Recoba. Fue un sostén fundamental para mí”, subraya.
Ribas con la camiseta del Inter: jugó en Reserva y compartió entrenamientos con Zlatan Ibrahimovic, Crespo y Adriano, entre otros cracks.
De aquel sueño en Milán recuerda los asados con la banda de jugadores argentinos y la rabia que se agarraba Zlatan Ibrahimovic cada vez que le tocaba ir al medio en un loco. “Traté de ser como una esponja e incorporar lo más posible. Estaba lleno de cracks”.
Desde ahí hasta ahora pasaron poco más de 10 años. Y 13 clubes en la vida del goleador de la Superliga.
En Italia además de Inter pasó por Spezia Calcio y por Genoa. Su lugar en el mundo lo encontró en el Dijón Football Côte d'Or, un club de la región de Borgoña en Francia. Ahí metió 55 goles en 114 partidos.
En Francia, tuvo pasos fugaces por el Mónaco y el Racing de Estrasburgo. Fue al Sporting Lisboa, de Portugal. Hizo escala en Barcelona de Guayaquil y en septiembre de 2014 llegó al Fútbol Club Cartagena de España de la mano de su padre.
Sí, en España lo dirigió Julio, un ex jugador y el uruguayo que más joven se convirtió en director técnico con apenas 18 años. Con su papá como DT, Sebastián metió 6 goles en 23 partidos. “Mi papá siempre me dejó en claro que adentro de la cancha era un jugador más, porque él trata a todos los jugadores como hijos. Fue un sueño para mí”, apunta el delantero.
De España pegó el salto a Uruguay. Volvió a su país después de nueve años aunque otra vez sería por poco tiempo ya que pasó con más pena que gloria por Fénix y River de Montevideo. Y nuevamente armó las valijas. Próximo destino: Venados Fútbol Club (México) a mediados de 2016. Siguiente parada: FC Karpaty Lviv (Ucrania) un año más tarde.
Hasta que llegó llamado desde Paraná. Leandro Burtovoy, integrante del cuerpo técnico que encabeza Juan Pablo Pumpido, había visto a Ribas jugar en México y, cuando su nombre apareció entre las opciones de posibles refuerzos, no lo dudó.
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Ahora disfruta. Elogia a sus compatriotas de selección. Dice que no pierde el sueño de ponerse la Celeste pero que Edinson Cavani y Luis Suárez son los dos mejores nueves de la historia. La cabeza de Ribas tiene un objetivo más cercano.
“Hay que mantener a Patronato en Primera. Para eso estamos. Acá no hay que descuidarse. El fútbol argentino siempre me gustó, en Uruguay se ve mucho y obviamente lo seguía. Además, con tantos países en los que jugué nunca había tenido la chance de hacerlo en Argentina. Quizá acá no se dan cuenta pero esta liga es muy competitiva”.