Los insultos al presidente Mauricio Macri en varios estadios de Argentina se han convertido en un problema político para su gobierno y en un dolor de cabeza para la dirigencia del fútbol. Uno de los sindicatos de árbitros cree tener la solución: suspender los partidos cuando se grite contra el mandatario.
Sin embargo, la iniciativa del Sindicato De Árbitros Deportivos de la República Argentina (SADRA) podría generar todavía más revuelo en las tribunas.
Insultos en contra de Macri se escucharon por primera vez en la cancha de San Lorenzo, un popular club de Buenos Aires, y luego se propagó en las de River Plate, Huracán, Independiente, Gimnasia y Chacarita.
En los dos primeros el insulto siguió a polémicos fallos arbitrales, que alimentaron la creencia de un plan para favorecer al líder Boca Juniors orquestado desde lo más alto del poder político y del fútbol con la complicidad de los árbitros. Macri fue presidente de Boca durante más de una década hasta 2007, cuando se lanzó a la política. El actual mandamás de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), Claudio Tapia, es declarado hincha boquense.
En el resto de los estadios también se mezcló el descontento con medidas del gobierno.
Macri, el primer caso de un dirigente de fútbol que llega a la presidencia en Argentina, no ha querido darle entidad al asunto, mientras los pocos funcionarios que se refirieron al tema en público lo consideraron un disparate. La AFA, en tanto, negó que se busque favorecer a Boca. (D)