Decía que la vida da revanchas. Y ese 1985, cuando la selección de Roberto Chale aún peleaba por el cupo al mundial, Julio César Uribe la tuvo. Era el partido de vuelta del 2-2 siete días después en Buenos Aires. El alevoso ´foul’ de Julián Camino apenas al minuto de juego contra Franco Navarro obligó al técnico a llamar de inmediato a Julio César pero también a Guillermo la Rosa. A Guillermo comenzó -se veía a la distancia- a darle indicaciones mientras de reojo miraba como Uribe parecía darme a entender: “Carajo, ni primer suplente soy, no jodas”.
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A Guillermo, nervioso y sudoroso sin haber pisado la cancha, en realidad Challe lo estaba usando y fue ahí cuando se dirigió a Julio César y le dice: “Ya entra y muéstrame lo que eres capaz”. Challe recuerda: “Cinco palabras me respondió: “Ahora me vas a ver”. No se equivocó. Fue el mejor. Fillol le sacó dos pelotas que eran goles en esa tarde que ‘Barbarello’ -porque ‘Patrulla’ ya tenía acento italiano donde vivía- hizo un gol que me hizo ‘comer el calzoncillo’ tras un pase genial de Cueto que pareció haber salido debajo de la tierra y que nos ponía 2-1 adelante”.
Cuando le pregunté por qué ganando 2-1 esa tarde de vuelta en el Monumental de River no hizo una de las suyas para meterse al campo y así el árbitro brasileño Arpi Filho suspendía las acciones, Roberto me respondió: “Es lo que quise hacer pero los policías argentinos más vivos que yo se me pusieron cerquita a mí en el banco de los suplentes y no me permitieron dar siquiera un paso. Con la justas alcancé a ver el gol de Gareca y el 2-2 definitivo”.
Otro detalle que no se me escapó fue el de la corbata que él nunca se anudó y la usaba floja debajo del cuello y no así los seleccionados como él. Me respondió: “Como empleado bancario (del Banco de Progreso) me vi obligado a hacer tantos números en las cuentas que terminaba aflojándome el nudo de la corbata y esa costumbre la terminé haciendo siempre por siempre”. Y lo de bravucón contra rivales de mayor talla y peso que él no la pasó desapercibido. “Pese mi cuerpecito que tenía me peleaba pero nada tonto siempre cuando tenía cerca a ‘Perico’, Orlando (De la Torre) o Julio (Baylón).
Ese hombre, Roberto Challe Olarte, incansable para contar sus historias, hoy descansa en paz.