Cristal empezó a ganar este partido desde la actitud con la que afrontó una situación adversa. Quedarse con 10 jugadores cuando el marcador iba 1-1 y faltaba más de una hora de juego supuso un panorama similar al de una pesadilla. Se temió lo peor, lo impensado, el terror. Pero Nunes dio muestra de entereza para tomar decisiones y contagiar ese semblante frío a sus jugadores. El hombre sin miedo reencarnó en los pies del técnico brasileño y a partir de allí las cosas se fueron dando a favor de los celestes. No perdió tiempo y sacó a Hohberg para colocar a Pretell en el mediocampo, tras la expulsión de Chávez. Y luego, equilibrado el juego y con mayores espacios, lo buscó de contragolpe con el pase largo de Yotún y la velocidad de Corozo.
Nunes leyó bien lo que ocurría y lo que podía ocurrir en La Paz. Es cierto que The Strongest tuvo más la pelota y llenó con remates la estadística del juego. Pero el DT no arrugó, no quiso el empate ni fue para atrás frente a la propuesta ofensiva de su rival. Al contrario, mostró la actitud desafiante de un técnico de jerarquía que sabe lo que hace y lo que quiere lograr. Es decir, de uno que conoce cómo jugar la Copa Libertadores.
Y para lograr lo que ocurrió, Nunes tuvo que apoyarse necesariamente en sus jugadores: en la seguridad de Solís, el coraje de Ignacio, el sacrificio de Sosa, el talento de Yotún, el atrevimiento de Grimaldo, la definición de Brenner, la eficacia de Corozo y la entrega de todos. Porque Cristal no solo fue ese gol del ecuatoriano que generó el triunfo y terminó en el abrazo eterno a un lado del campo, sino que fue algo mucho mejor: la versión de un equipo valiente que está preparado para cambiar la historia.
Lo mostrado en La Paz tiene que ser un ejemplo para Alianza Lima, Universitario, Melgar y César Vallejo, quienes representan al Perú en los torneos internacionales de este año. Les puede ir bien o mal, algunos con mejor suerte que otros, pero la actitud jamás debe cambiar. No hay triunfo más rico que aquel que se logra cuando se antepone a una adversidad, cuando la suerte está echada y el destino da un giro de 180 grados. Cristal le demostró al resto que es posible estar a la altura de una Copa Libertadores (o de una Sudamericana según fuese el caso), que esta clase de torneos se juega al límite, con el cuchillo entre los dientes, el corazón acelerado y la cabeza fría.
Cristal volvió a ganar en la capital boliviana luego de 17 años y depende de sí mismo para clasificar a octavos de final. Si quiere continuar en este certamen, tendrá que conseguir una hazaña más grande de la que lograron en La Paz tumbándose a Fluminense en Brasil. El desafío es enorme, pero no imposible para un equipo que quiere más. Nunes es consciente de lo que sus futbolistas pueden dar y de lo que está en juego en la última fecha. Arriesgar todo por clasificar o asegurar su presencia en la Copa Sudamericana. La decisión, como siempre, la tiene el técnico brasileño y su juicio -de ahora en adelante- es ley.
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