Esta es una de miles de historias que tiene nuestro Guayaquil, ¿cómo ocurrió? Un día no laborable –domingo– transitaba por diversas calles y barrios, todo era desolado, clima fresco y un cielo casi nublado, ahí vino a la mente la siguiente frase: “¡qué hermoso era el ayer!”.
Ese ayer, por las décadas del 50 al 90, la juventud se reunía con toda calma en las esquinas de los barrios dialogando y en esas tertulias se edificaban amistades y se formaban equipos de fútbol e índor, y finalizada la conversación se caminaba con seis a ocho amigos a cuadras cercanas o lejanas a jugar el popular deporte inventado en el Ecuador como es el índor.
Cómo no recordar esos partidos en sectores de las Cinco Esquinas, Puerto Lisa, La Chala, Morumbí, parque de la Madre, Luq-San, La Victoria, Atarazana, Cristo del Consuelo, Boca 9, barrio de los negritos, Las Peñas, Garay, mercado Oeste, parque Chile, el Astillero, parque Centenario, Cuba, mercado del Sur, el camal, y tantas intercalles que solo se necesitaban de una pelota y dos piedras como arco, las pelotas eran confeccionadas con las medias de las madres o abuelas. ¡Qué tiempo!
Cómo no evocar las ligas barriales, la Spencer, Salem, Huancavilca, Norero, Ecuador, Félix, Calle, Ponce Enríquez, Guayas, y otras en donde actuaban los pibes, jóvenes y mayores y de esos torneos salían valores para clubes profesionales, y claro que sí, también se producían riñas en donde el puño limpio afloraba, los árbitros salían en instantes corriendo por sus desacertadas decisiones y luego de pocas horas todo era calma y, por cierto, se jugaba al aire libre y con canchas polvorientas. Tiempos para recordar.
Cómo no rememorar también cuando un equipo ganaba un campeonato, la fiesta en el barrio era de dos días, el sector amanecía enarbolado, los instantes de alegría se tornaban como una fiesta de un cumpleañero.
Ayer todo era diferente. ¡Cómo cambian los tiempos!...