Cuando se sentaba en las gradas del estadio Olímpico Atahualpa, siendo un niño que vacacionaba en la capital y veía al célebre Vinicio Ron –primo de su padre– al que llama tío, tal vez ya soñaba despierto con ser futbolista como el Torito.
Y la realidad se hizo para Yvo Ron Vivert, justo en ese escenario el 12 de mayo de 1984, cuando Emelec igualó con Deportivo Quito (0-0). Los azules formaron con Israel Rodríguez; Cecilio Mosquera, Wellington Valdez, Jorge Triviño, Jorge Fraijó; Kléber Fajardo, Xavier Delgado Pineda, Oswaldo Páez; Julio César Tejeda, Jesús Cárdenas, Ron (Juan Pastor Paredes). Hoy reaparece y aclara: “Mi nombre se escribe con Y, pero si lo escriben con I no me enojo”.
El hombre al que solo le faltó jugar de arquero, que tenía un disparo violento que castigó siete veces a Barcelona, que fue dos veces campeón con los azules, habla con EL UNIVERSO de sus estancias ahora más prolongadas en Ecuador para comenzar un proyecto de negocios. Viene de Miami, donde radica hace mucho. Es Yvo Norman Ron Vivert.
P: ¿Qué recuerda de su paso por Emelec (de 1984 a 1992 y de 1994 a 1997)?
R: Hay muchos recuerdos; más buenos que malos. Esa etapa fue muy bonita. Lo lamentable fue el fin de mi carrera porque fue bastante abrupto. Pero disfruté, hice muchos amigos, gané títulos. Todo fue muy positivo, realmente.
P: Usted se retiró joven del profesionalismo.
R: En un partido en 1997, por la Libertadores. En Buenos Aires, contra Racing, sufrí una lesión grave. Me reconstruyeron la rodilla y eso puso fin a mi carrera (a los 30 años).
P: ¿Fue complicada la vida después de dejar el fútbol?
R: Bastante, porque primero debía aceptar que ya no podía seguir jugando. No podía hacer lo que más gustaba, no seguiría con mi carrera, y pensar en cosas, cómo se subsiste. Fue difícil. Me fui reconstruyendo en lo mental y en lo físico, aunque secuelas de la lesión siguen hasta hoy. Tuve dificultades, pero superé esta etapa gracias a Dios.
P: ¿Extraña el fútbol?
R: Aún juego. Tras la lesión no jugué casi cinco años después porque tenía miedo. Fue difícil asimilar (su retiro) al principio porque siempre estuve activo. Todo fue un proceso.
P: Usted jugó de marcador de punta, volante y puntero, solo le faltó ser arquero.
R: Hay que tener oficio para hacer eso (ser polifuncional). Cuando llegué a Emelec veía que era difícil (ser titular) porque en ataque estaban, por ejemplo, Jesús Cárdenas, Luis Pechito Torres. Vi que como marcador izquierdo podía meterme. Ahí se comienza a ver cómo funciona uno. Muchas veces hay que tener el deseo de serlo (polifuncional). Todo jugador puede serlo, pero hay que meterse eso en la mente. Yo me sentía mejor como un volante de armado.
P: ¿Quién lo llevó a Emelec?
R: Un amigo de mi papá que jugó en Emelec; no recuerdo su nombre, ya falleció. En 1983, en un partido con la selección de Guayas, jugamos con Emelec en Fertisa y ahí estaba Eduardo Ñato García. Me vio y le preguntó al amigo de mi papá si estaba disponible. Luego de un mes y medio me compró el pase Emelec (a Autoridad Portuaria, de la segunda división provincial).
P: ¿Usted era emelecista?
R: Un familiar mío, Vinicio Ron, jugaba en El Nacional y yo tenía afinidad por ese club por eso. Cuando salió lo de Emelec realmente no tenía equipo.
P: ¿Qué puede contar sobre los títulos de 1988 y 1994?
R: ¡Fueron tremendos¡ Era muy jovencito en 1988 (21 años) y antes de la final, en una práctica, se me rompió el peroné y no pude estar, pero fue maravilloso. El de 1994 fue el punto máximo para mí. Logré mucho, fui elegido el mejor de la temporada. Ganamos con equipo nacional (los foráneos no fueron usados en la liguilla). Fuimos a Quito (a concentrarse) con Carlos Torres Garcés como DT.
P: Usted le pegaba a la pelota con mucha violencia y puntería, ¿cómo logró eso?
R: Tenía esa virtud. Pero todo fue gracias al trabajo; me gustaba quedarme una hora después de los entrenamientos, sobre todo los miércoles, a disparar al arco y a los porteros les gustaba que les estuviera rematando de diversas formas. A veces los muchachos de ahora dicen que esto es fácil, pero no es así. Había (en el sector de la general de la avenida Quito, sobre la calle San Martín) una pared con números y eso era para darle dirección al balón y saber cómo pegarle al 7, 10 o al 9. Eso era buenísimo y por eso me salían esos remates fuertes.
P: ¿Es cierto que Salvador Capitano era muy obsesivo?
R: Todo técnico de éxito tiene su punto de obsesión por querer que su equipo sea el mejor, el protagonista, que gane y lo haga bien. Era de mucho trabajo Capitano y esa labor en ese tiempo no había en el fútbol ecuatoriano. Era mucho trabajo táctico, con balón, y eso nos ayudó muchísimo.
P: ¿Se fue por él al Quito?
R: No sabría decir si fue por él (Capitano); hay cosas que el jugador no sabe y a veces es mejor no conocerlas. Para 1993 no me querían (en Emelec) y me fui al Quito, pero al siguiente año regresé y estaba Capitano. No tuve un buen año con Deportivo Quito, pero fue una experiencia de aprendizaje. Había buenos jugadores, pero la dirigencia con los jugadores ese año fue horroroso. No pagaban. Nos debían meses y la gente no tenía a veces ni para el carro.
P: ¿Y qué tal los clásicos?
R: Me fue muy bien. Recuerdo especialmente los de 1995, cuando jugamos cuatro veces. En un Clásico del Astillero en el Monumental mi mamá vio el partido en una suite que era de mi cuñado y estaba llena de barcelonistas y solo tres emelecistas, mi mamá, entre ellos. En una acción en que yo iba a rematar, mi cuñado gritaba que no me dejaran patear; pero hice el gol y mi mamá se levantó y gritaba malas palabras para celebrar (sonríe). Fue un empate a 2.
P: ¿Cuál fue su mejor DT?
R: De todos aprendí mucho. Por ejemplo, con Eduardo García la pasión que hay que poner en lo que se hace; con Ángel Castelnoble, poner más de lo que se pueda dar en la cancha para ganar. Fui amigo de todos mis técnicos, pero con el que mejor me llevé fue con Torres Garcés, somos muy amigos. Le demostraba mi amistad dentro de la cancha. Hasta ahora, nos saludamos al vernos.
P: ¿Ha visto al Emelec actual?
R: Como dijo Nassib Neme puede ser uno de los mejores equipos que haya tenido el club. Hay que felicitar a la dirigencia por traer un jugador tan dúctil y con mucho potencial como José Francisco Cevallos Jr.
Ha vuelto, creo, el Ballet Azul con el toque, las llegadas, el gol. Cevallos ha traído eso al Emelec de hoy. Sebastián Rodríguez es un exquisito y hay un delantero como Roberto Ordóñez, muy potente y que tiene gol.(D)