04/05/2024

Ricardo Vasconcellos Rosado | Grandes partidos de la historia: Río Guayas vence a Independiente

Domingo 26 de Abril del 2020

Ricardo Vasconcellos Rosado | Grandes partidos de la historia: Río Guayas vence a Independiente

El tiempo sentenciará luego que fue el mejor partido y el triunfo más lujoso y espectacular en la efímera vida de ese gran equipo que fue Río Guayas.

El tiempo sentenciará luego que fue el mejor partido y el triunfo más lujoso y espectacular en la efímera vida de ese gran equipo que fue Río Guayas.

Nueva Jersey -

El 27 de noviembre de 1951 el ya famoso Río Guayas se había proclamado en Guayaquil campeón del primer torneo profesional que se realizaba en el Ecuador. Sus encuentros en el estadio Capwell eran garantía de un excelente espectáculo por la calidad de sus jugadores argentinos, uruguayos y ecuatorianos, y por su irrenunciable vocación ofensiva.

Muchos años después de su desaparición, el periodista guayaquileño Guillermo Valencia León, diría en Estadio, revista de su dirección: “Río Guayas no goleaba, entraba a la cancha a brindar espectáculo con juego de genuino corte rioplatense, a entretener con el más hermoso dominio individual y las más vistosa coordinación (…) El año 51 brotó la inspiración de lo que sería Río Guayas, desde la elección criolla del nombre y de sus colores verde y blanco, hasta su propia existencia, lucida por el virtuosismo de futbolistas que recorrieron el mundo y hallaron su destino (…)”.

La década de los años 50 fue pródiga en llegadas a Guayaquil de grandes clubes. En 1951 habían actuado en el Capwell Cúcuta Deportivo, una verdadera selección uruguaya; Boca Juniors de Cali, el de las celebradas figuras paraguayas; y Newell’s Old Boys, de Argentina.

Después del título Río Guayas reapareció en Guayaquil el 12 de diciembre imponiéndose en el Capwell 1-0 a Universidad Católica de Chile, que trajo en sus filas a José Manuel Charro Moreno y al arquero chileno Sergio Livingstone. Ya se había anunciado la llegada de Independiente de Avellaneda, de paso para Guatemala y México. El 13 de diciembre hicieron su arribo Diablos Rojos, que venían de una campaña invicta en Lima, donde los críticos habían afirmado que era el mejor equipo que se había visto en muchos años. Había empatado a cinco goles con el Fluminense de Didí, luego de ir perdiendo 4-2.

Los argentinos traían un plantel joven en el que los mayores eran Simonetti y Rubio, cada uno con 26 años de edad. Pero la juventud de sus futbolistas iba pareja con su clase y algunos de ellos entrarían luego en la historia del fútbol argentino como sus artilleros: Cecconatto, Lacasia, Grillo y Cruz. Con el agregado del puntero derecho Michelli, reemplazado en esta gira por Navarro, sería en el Sudamericano de 1955 la delantera del seleccionado argentino, campeón de ese certamen.

Ni siquiera los más optimistas habrían podido pensar en una victoria del calibre de la lograda por Río Guayas ante el gran elenco de Avellaneda. No faltó quien dijera que era un elenco invencible.

El 15 de diciembre Independiente enfrentó al subcampeón local Patria, que formó con Eduardo Bores; Rodolfo Bores y Clemente Ortega; Marcos Cousin, Jorge Caruso y Rodolfo Salatino; Chano Campos, Daniel Pinto, Hortensio Patrullero González, Armella y el quiteño Gonzalo Pozo. Por Independiente alinearon Simonetti; Barraza y Cardoso; Amaya, Saba y Gil; Navarro, Cecconatto, Lacasia, Grillo y Cruz. Con gran demostración de poderío y eficacia los visitantes vencieron 6-3. La impresión que dejaron fue excelente y no faltó quien dijera que era un elenco invencible.

Ante el poderío de Independiente solo Río Guayas podía salirle al frente. El 19 de diciembre tuvo lugar el choque en el Capwell. Río Guayas formó con Valentín Domínguez; Teodolindo Mourin, Eduardo Spandre y el uruguayo Luis Alberto Pérez Luz (refuerzo de Emelec); Jorge Caruso y Óscar Carrara; Orlando Larraz, (argentino, Emelec), Óscar Smori, Juan Deleva, Juan de Lucca y Alcides Aguilera. Independiente jugó con Simonetti; Barraza y Cardoso; Amaya, Saba y Gil; Navarro, Cecconatto, Lacasia, Grillo y Santos.

Valentín Domíguez (i) y Eduardo Spandre. ARCHIVO

A las 21:40 arrancó el partido en el viejo Capwell. Independiente empezó atacando por la derecha, pero Navarro fue neutralizado en dos ocasiones por Pérez Luz. Río Guayas se movía armoniosamente, pero Saba y Amaya impedían las intenciones de De Lucca y Smori, los dos organizadores locales. A los 2 minutos atacó Río Guayas con participación de todos sus artilleros. Deleva habilitó con precisión a Smori, quien, de primera, sin dubitaciones, batió a Simonetti entre la ovación popular. Recién estaban sentándose los aficionados tras celebrar la anotación verdiblanca cuando se desató la presión roja. Ernesto Grillo remató dos veces poniendo a jugar a Domínguez, quien respondió con brillantez. Había enorme deseo de gol en los argentinos. Sus rápidas combinaciones causaban temor, pero en defensa guapeaban Spandre y Pérez Luz.

A los 30 minutos Orlando Larraz entregó a De Lucca, que devolvió adelantado al veloz puntero que se había formado en las divisiones menores de Independiente y encontraba esa noche como rivales a varios de sus compañeros, entre ellos el arquero Simonetti. Se impuso la velocidad de Orlando a la marca de Amaya, salió apurado Simonetti a interceptarlo y en la disputa ambos cayeron al césped. Larraz se incorporó con presteza y cuando iba a rematar el arquero de Independiente lo tomó de la camiseta provocando un penal que fue sancionado por el árbitro uruguayo Luis A. Fernández. Un violento disparo de Alcides Aguilera en el cobro puso el segundo gol guayaquileño.

Sobre los 33 minutos volvieron a la carga los ágiles de Río Guayas que tenían en serios apuros a la zaga argentina. Aguilera dribló en la banda a su marcador y trocó puesto con Smori que le pidió el balón. El interior se fue por la raya de fondo y desde esa posición, casi sin ángulo, envió un balonazo con efecto que fue burlando a Simonetti, quien retrocedía desesperado, hasta colarse en la malla visitante. Había fiesta en las graderías. Una banda militar en la tribuna entonaba un pasodoble y el ambiente era de baile. Omarini reemplazó a Lacasia y la presión de Independiente creció pese a la categórica desventaja. Grillo estuvo varias veces en posición de anotar, pero la figura de Valentín Domínguez crecía a cada minuto. Los locales perdieron de anotar sobre el final del primer tiempo cuando Larraz y Smori se enredaron frente al arco y el uruguayo lanzó desviado.

En la segunda etapa Tortorelli sustituyó a Simonetti y Arias a Amaya en el equipo de Avellaneda. Río Guayas no hizo cambios. Sobre el primer minuto Omarini y Cecconato tejieron con brillo y tomaron desprevenida a la defensa local. Omarini solo frente a Domínguez lo batió con seguro disparo y puso el descuento. Río Guayas 3, Independiente 1. Se produjo un acusado dominio de Independiente, pero Domínguez volvió a erigirse en figura. Omarini desperdició una gran ocasión de descontar y Aguilera puso en peligro la valla del emergente Tortorelli. Minutos después el mismo Aguilera, a 10 metros del arco, disparó un cañonazo que se estrelló en uno de los postes. Rubio sustituyó a Gil y el nacional Víctor Lindor entró por el uruguayo De Lucca en Río Guayas.

A los 39 minutos Omarini fue detenido con falta en el área local y Fernández sancionó el penal. Domínguez, que había sido actor de un partido sensacional, se colocó frente al artillero argentino que cobró con violento tiro. Domínguez, en el cierre de una noche espectacular, detuvo llevándose la mejor ovación de la noche.

El silbato de Fernández puso paz en el campo de juego y marcó el inicio de una ruidosa celebración en las graderías. Ni siquiera los más optimistas habrían podido pensar en una victoria del calibre de la lograda por Río Guayas ante el gran elenco de Avellaneda. Fue un gran encuentro y una victoria inolvidable. El tiempo sentenciará luego que fue el mejor partido y el triunfo más lujoso y espectacular en la efímera vida de ese gran equipo que fue Río Guayas.

Ni siquiera los más optimistas habrían podido pensar en una victoria del calibre de la lograda por Río Guayas ante el gran elenco de Avellaneda. No faltó quien dijera que era un elenco invencible. (O)

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