22/12/2024

Mario Canessa: Entre Luciano Macías y Pervis Estupiñán hay gran distancia

Sábado 08 de Agosto del 2020

Mario Canessa: Entre Luciano Macías y Pervis Estupiñán hay gran distancia

Pasarán los años y vendrán nuevos laterales izquierdos, pero siempre quedará en nuestra memoria Luciano Macías, que sigue siendo el mejor de todos los tiempos.

Pasarán los años y vendrán nuevos laterales izquierdos, pero siempre quedará en nuestra memoria Luciano Macías, que sigue siendo el mejor de todos los tiempos.

Luciano Macías Argenzio debutó en Barcelona en noviembre de 1953, en un Clásico del Astillero, tenía apenas 18 años; compartió en su primer partido con muchos de sus ídolos, como Enrique Cantos, Sigifredo Chuchuca, José Vargas, Carlos Sánchez, César Solórzano, etcétera. Nadie podía imaginarse que ese jovencito, nacido en Ancón, con el tiempo se convertiría en el gran capitán del equipo torero. Es un ídolo por siempre y también es uno de los forjadores de la idolatría del BSC; Macías, reconocido por la afición como el Pollo, es el jugador que más años defendió a Barcelona en su historia. La última vez que se enfundó la camiseta amarilla fue en 1971. Ganó cinco de los torneos de Guayaquil y cuatro nacionales (1960, 1963, 1966 y 1970).

Toda su carrera estuvo llena de éxitos, tanto en la selección del Guayas como en la de Ecuador, donde jugó varias veces la Copa América (1957, en Lima; y 1963, en La Paz), eliminatorias al Mundial en 1960, 1965 y 1969. Fue parte de esa selección de 1965 que para mí es la mejor de todos los tiempos, que fue perjudicada descaradamente por una gavilla complotada para favorecer abiertamente a Chile (como pude demostrarlo en la columna titulada ‘Inglaterra 1966, el Mundial al que debimos asistir’, publicada en este Diario el 24 de febrero de 2018). Esa selección la conformaron Ansaldo, Quijano, Lecaro, Bustamante y Macías; Gómez y Bolaños, y adelante Muñoz, Spencer, Raymondi y Tito Larrea.

Sus principales características eran su técnica y ubicación defensiva. Poseía la cualidad de la omnipresencia, que llamaba la atención. Era siempre un salvador in extremis de balones que estaban por cruzar la raya de la meta, pero además destacaba por su afición por ser un ofensivo más, en tiempos en que los entrenadores eran muy exigentes para que los llamados marcadores de punta se dedicaran a su oficio de defender. Considerando que ofensivamente se jugaba con punteros clavados en el área rival, la influencia de Macías en el ataque también fue excepcional. Sus continuos desprendimientos generaron centros o habilitaciones para los definidores canarios. Quien recuerda al Pollo Macías en la cancha sabe que era la fiel demostración de la garra, el testimonio exacto de cómo luchar, sea cual sea el rival y las adversidades que sufrían los jugadores de ese tiempo –concentraciones con toldos para los mosquitos, ventiladores, transporte interprovincial en buses con ventanas abiertas para que circule el aire y otras diferencias sustanciales con las comodidades que gozan en la actualidad–. Quienes tuvimos la suerte de verlo podemos dar testimonio de su personalidad fuerte que sorprendía a rivales encopetados; punteros internacionales reconocidos sucumbieron ante su técnica en el marcaje.

Hoy admiramos la campaña de Pervis Estupiñán en osasuna.

Nunca olvidará Luciano la noche que un puntero derecho le hizo ver el polvo que dejaban sus cabriolas y sus piques espectaculares. Fue el 16 de enero de 1963, en el Modelo, ante 40 000 espectadores cuando el gran Botafogo se presentó lleno de estrellas, en las que constaba el mejor siete de la historia: Garrincha, que pocos meses antes había sido declarado el mejor jugador del Mundial que ganó Brasil en Chile 1962. Esa noche, el fantasista Garrincha le dio un baile a todo orquesta. Vinieron también estrellas como Amarildo, Zagallo, Nilton Santos y hasta el gran Manga; no solo que Botafogo ganó 5-0, sino que Garrincha fue el show de la noche, con asistencias y con dos golazos de tiro libre; Macías reconoció que no pudo conciliar el sueño, viendo las rayas blancas y negras con el número siete del crack del Botafogo. Pero al margen de esa justificada debacle individual, Macías y José Vicente Balseca sellaron el más importante duelo del fútbol ecuatoriano. Los aficionados azules y amarillos sabían que el clásico les ofrecía ese enfrentamiento entre el Pollo y el Loco. La tenacidad del marcaje y el arte de la gambeta. El duelo se enriquecía por la asfixiante marca de Macías y las genialidades de Balseca. Las tribunas vibraban con el éxito de cada uno, esa era la magia de este duelo inolvidable. El Loco siempre reconoció que su más difícil celador fue el Pollo. Algo que admiraba el aficionado era el esprint de Macías, es decir, la aceleración repentina que tenía para ganar los metros que harían prevalecer su presencia, tanto al regresar a la zaga como al llegar a los predios del adversario. Como dirían los italianos, era una especie de Cavallino Rampante y en la sincronización de la marcha exhibía los muslos, como si estos tuvieran alas. El gran defensa se retiró de Barcelona en 1971 y en 1972 se fue para tierras venezolanas para jugar en el Español de Zulia y dio por terminada su carrera en 1973, con el club Gatos de Miami. Hace pocos días conocimos que Macías sufrió la amputación de la pierna derecha y afortunadamente concurrieron personajes solidarios para ayudarlo en uno de sus momentos más difíciles de su vida.

Macías brillaba por la repentina aceleración y garra.

En la historia del fútbol ecuatoriano hubo grandes marcadores izquierdos, como Ramiro Tobar, importante jugador de Liga de Quito, que fue un baluarte por más de 15 años en el equipo albo y se lució también en la Selección, cuando el Pollo se lo permitió. Comentan muchos periodistas de la capital que Tobar fue el primer marcador de punta ofensivo y es posible que esa afirmación esté convalidada por el número de goles que hizo. Es justo incluir en esta lista a Miguel Bustamante, Felipe Mina, Fausto Klínger, Jesús Memín Ortiz, Hans Maldonado, Alfredo Encalada, Luis Escalante, Paúl Ambrosi, Fricson George y Christian Ramírez.

Dejé intencionalmente un capítulo diferenciado a Luis Capurro, lateral de mucha potencia y velocidad, que se convirtió en dueño del puesto en la Selección y por algo figuró en los once ideales de tres ediciones de Copa América. Parecía indestructible por su fortaleza física. Lució su clase en Cerro Porteño y consiguió dos títulos nacionales con Emelec, Barcelona y Liga de Quito.

Hoy admiramos la campaña internacional de Pervis Estupiñán, quien redondeó una gran temporada con el Osasuna en el difícil campeonato español. Se dice que Jürgen Klopp y José Mourinho han puesto sus ojos en el ecuatoriano, cuyo pase pertenece al Watford de Inglaterra. Por su preparación, adaptación y condiciones –como su gran velocidad– ha ratificado que es un jugador probado y que la Tri lo requiere sin lugar a dudas. Pasarán los años y vendrán nuevos exponentes que intentarán hacernos olvidar de esos marcadores de raya a la antigua, pero de lo que sí estoy seguro es que siempre quedarán en nuestra memoria ejemplos como el de Luciano Macías, que sigue siendo todavía el mejor de todos los tiempos. (O)

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