04/05/2024

Ricardo Vasconcellos Rosado: Según los ‘analistas’, Ecuador fue muy superior a Argentina

Domingo 11 de Octubre del 2020

Ricardo Vasconcellos Rosado: Según los ‘analistas’, Ecuador fue muy superior a Argentina

Para ser un equipo formado casi al azar, no hubo la decepción que se suponía. Pero para los que califican debimos ganar por goleada y se rozó la perfección. Eso es exageración y propaganda.

Para ser un equipo formado casi al azar, no hubo la decepción que se suponía. Pero para los que califican debimos ganar por goleada y se rozó la perfección. Eso es exageración y propaganda.

Argentina venció 1-0 a Ecuador en el estadio de Boca Juniors, en el inicio de las eliminatorias para el Mundial 2022. Debo confesar mi desilusión por la falta de interés de los canales abiertos y de cable en los Estados Unidos por esta fase clasificatoria. En esta parte del continente lo que prevalece es el fútbol mexicano. Todas las cadenas dedican sus programas deportivos al torneo azteca y a los encuentros de la selección verdiblanca. El miércoles pasado jugó el combinado mexicano un amistoso con su similar de Holanda. Tres canales emitieron la señal de ese partido. Para la eliminatoria sudamericana todos ignoraron esta disputa y dedicaron sus espacios a los combates de UFC, el campeonato de Turquía, competencias de turismo carretera y comentarios del insípido torneo de México.

Finalmente pude conectarme a un canal argentino, la TV Pública, con una señal a ratos intermitente, con vacíos de segundos o escasos minutos. Pero el vacío más importante era el ideológico. Los comentarios estaban encabezados por el exarquero Sergio Goycochea. Este y el equipo, desde el inicio del encuentro, hablaron maravillas del equipo albiceleste. Según ellos Lionel Messi estaba jugando el mejor partido de su historia, “lleno de entusiasmo y muy comprometido; gozando de su actuación”. El combinado local, según ellos, estaba mostrando su “altísima categoría”. A medida que transcurrían los minutos y Argentina mostraba inoperancia, el tono laudatorio de las opiniones no cambiaba. Al final dijeron que lo importante era ganar y que el papel de la selección los dejaba satisfechos. Fue un ejemplo de la diferencia entre el análisis crítico e independiente y la propaganda. Debe ser muy fuerte el compromiso entre la TV Pública (el Gobierno Fernández-Fernández) y la Asociación Argentina de Fútbol (AFA).

Alfaro abandonará sus predilecciones defensivas el martes

La prensa escrita argentina, en cambio, no ha aplaudido a su selección. Su entusiasmo es escaso. Alega que era lo que podía esperarse de un equipo que tenía 325 días de no jugar junta. Esconde una realidad: es la misma selección que jugó la Copa América 2019. Su DT, Lionel Scaloni, tiene dos años al mando y es él quién eligió a este grupo de jugadores; los conoce íntimamente. El discreto rendimiento no tiene nada que ver con la preparación. ¿Podría atribuirse este fracaso colectivo al planteo táctico y a la capacidad del equipo ecuatoriano para neutralizar a Messi y su publicitada tropa? Partamos de un hecho indiscutible: la Selección hizo apenas dos movimientos con el técnico Gustavo Alfaro y sus ayudantes (¿cuántos son?). No aceptamos que hayan sido entrenamientos. El adiestrador argentino no conocía a sus jugadores y la convocatoria la elaboró Jorge Célico. Era lo indicado, pues Alfaro acababa de llegar y lo único que sabía era el nombre del hotel donde aloja. Ni al presidente de la FEF, Francisco Egas, lo ubicaba. Peor iba a saber de qué jugaba cada seleccionado. No es su culpa. Él estaba sin trabajo luego de una discreta experiencia en Boca, donde no hubo renovación de contrato por las críticas casi unánimes de haber violado la identidad xeneise al convertir al ídolo de multitudes en un equipo defensivo.

Scaloni sabía que, fiel a su ideario futbolero, Alfaro iba a poblar el mediocampo para impedir el funcionamiento creativo de Argentina. Conocía de sobra que en Ecuador quedaba vetado el ataque y el atrevimiento ofensivo. No iba a cambiar Alfaro su filosofía de privilegio defensivo macerada en 28 años de técnico. Diez hombres de amarillo se agolpaban en el campo tricolor y el pobre Enner Valencia batallaba solo contra la defensa gaucha. Hasta el goleador del fútbol mexicano, Ángel Mena –ubicado en un sitio extraño al que acostumbra a jugar– se olvidaba del arco argentino para impedir que el volante por izquierda, Gonzalo Montiel, pueda llegar al área ecuatoriana.

Enner Valencia, el gran sacrificado de la noche. Batalló solo.

Para algunos analistas que he podido escuchar –no de los más respetables y experimentados–, Argentina fue un fracaso por el gran papel del medio sector nacional. ¿Es cierto eso? No, a mi juicio. Respeto los criterios inteligentes, pero no doy cabida a las exageraciones, las rechazo por su semejanza con la propaganda.

Si se suman las calificaciones individuales de futbolistas jugadores emitidas por los ‘opinadores’ criollos, Ecuador suma 20 puntos más que los argentinos, de lo que puede deducirse que debimos ganar por goleada. Uno de ellos, Carlos Gruezo, fue calificado con 9 y medio, cerca de la perfección a la que solo han llegado Pelé, Maradona o Messi. Puede notarse a 100 metros de distancia un tufo ‘chiribogista’ o ‘bolillista’ que tantos malos recuerdos trae. Argentina no funcionó nunca por la notoria defección de sus creadores, Paredes y De Paúl. Tampoco llegaron nunca Acuña y Montiel. El único hombre de avanzada, Lautaro Martínez (cotizado en $ 130 millones) no recibió nunca una habilitación decente y se perdió en el forcejeo con Arboleda y Arreaga, que le ganaron siempre. La sanción del penal fue legítima. Una mala acción del joven Estupiñán –acertado en el resto del duelo– hizo que le tirara el carro encima a Ocampos en plena área. No hay duda que fue al balón, pero para llegar a él tenía primero que atropellar al argentino y fue con tal fuerza y vehemencia que volteó a su rival. Mal hace Alfaro en criticar la decisión del árbitro, pues conlleva la autorización para que Estupiñán, o cualquier defensor, crea que la violencia en las 18 yardas es lícita.

Para tratarse de un equipo formado casi al azar, con un técnico que podía cruzarse con los seleccionados en la calle y pasar de largo sin saber quiénes eran, con una buena cantidad de jóvenes como Estupiñán, Franco, Caicedo, Plata, no hubo la decepción que se suponía. Se pensaba en una goleada que no se produjo, más por el bajo rendimiento de Argentina, la nulidad de sus figuras incluido Messi, que por la táctica ultradefensiva de Alfaro. No hubo jugadores nuestros de 8 o 9 y medio. Algunos rendimientos fueron aceptables en un partido en que el arquero Domínguez no tuvo sino un balón que le causó apuros. Tal el caso de Arboleda, Arreaga o Enner Valencia, el gran sacrificado de la noche. Nos queda ahora el cotejo con Uruguay, en la altura de Quito. ¿Arriesgará algo Alfaro? ¿Abandonará sus predilecciones defensivas que en alguna ocasión le sirvieron para ganar un título mediano, pero que lo llevó a tener que dejar el banco de Boca? Veremos cómo sale Ecuador el próximo martes.

Por ahora ya conoce las virtudes o defectos de varios de sus jugadores. Ahora falta que ellos conozcan las virtudes o defectos de su conductor para que, cuando las exageradas precauciones defensivas anulen las ansias de victoria, alguno se rebele y diga “¡Vamos para adelante, que todo es pampa!”. No tengo muchas esperanzas de que eso suceda porque hoy, en el fútbol, hay pocos DT audaces y muchos violinistas obedientes. (O)

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