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La llegada de Josep Alcácer a Liga de Quito estuvo llena de incertidumbre, sobre todo para los aficionados. Un entrenador español y sin experiencia en Sudamérica generaba muchas dudas, pero para el europeo la única palabra era trabajo.
En una rueda de prensa, Alcácer señaló que en su carrera le faltaba una oportunidad como esta y la quería aprovechar de la mejor forma, sin dejar nada al azar.
El trabajo en el mes y medio que está al mando del club ha sido exigente. Todas las semanas entrenó a doble jornada y también propuso medias concentraciones, para conocer bien a su plantilla fuera del campo.
Los jugadores se mostraron receptivos. Era una forma de jugar diferente a la de su antecesor Luis Zubeldía, pero a favor tenían que muchos elementos se mantienen en el equipo.
En palabras de su capitán, Ezequiel Piovi, la diferencia entre Alcácer y Zubeldía radica en el trabajo en la zona defensiva y en mantener el equipo muy corto, algo que el año pasado les costó “con las transiciones defensivas, porque atacábamos mucho”.
Al inicio, Alcácer presentó un equipo con dos delanteros, contrario al modelo pasado que solo tenía a uno. En esa posición ubicó al venezolano Jan Hurtado y al goleador del torneo pasado, Miguel Parrales. También alternó con los jóvenes Michael Bermúdez y Jairon Charcopa.
Ante la lesión de Parrales, que no estará en los partidos ante Fluminense, optó por un atacante y jugar con 4-2-3-1, que se podía transformar en 4-4-2 cuando Jhojan Julio se sumaba al ataque.
Con el español, los albos han cambiado la forma de recuperar el balón. Cuando no lo tenían, con Zubeldía optaban por defender de forma posicional, mientras que con Alcácer mantienen el equipo corto para poder presionar.
Con varios amistosos, pero sin partidos oficiales, Alcácer espera mostrar un equipo competitivo y con ganas de ganar, sobre todo cuando tienen la opción de sumar un nuevo trofeo internacional a sus vitrinas.