El Barcelona no escapa del laberinto y lo que podría ser un desafortunado empate en Mestalla, por cuanto mereció ganar, acaba por convertirse en un tropiezo que puede pesarle en LaLiga.
VALENCIA -- El Barcelona no es capaz de escapar del laberinto y lo que podría considerarse un desafortunado empate en Mestalla, por cuanto mereció sobradamente ganar, acaba por convertirse en un tropiezo que puede pesarle, y mucho, en LaLiga. El Valencia sobrevivió casi de casualidad, agobiado por un campeón que mostró por fin galones y que acabó desesperanzado por el resultado. Aunque dando un paso adelante y demostrando que a pesar de su difícil y complicado presente tiene motivos, si mantiene este espíritu y juego, para ver el futuro con mejores ojos.
Xavi busca matices dentro de una idea general para dotar al Barça de mejor prestancia y en Mestalla apostó por volver a retrasar a Frenkie de Jong, ubicándolo entre los centrales para que comenzase a partir de él el juego ofensivo. Se encontró bien con Gundogan, más liberado, y con Pedri, generando más y mejor, buscando en el exterior a Raphinha o las subidas de Balde, entrando más en diagonal Joao Félix y sumándose también Cancelo.
Le faltó, como viene siendo habitual, efectividad en el área al campeón para irse al descanso en ventaja porque acercándose con buen tino al área de Mamardashvili solo fue capaz de rematar tres veces, salvando el meta una volea de Lewandowski y regalándole el propio polaco un balón que debió ser mucho más envenenado.
Y eso que hay cosas que no cambian. No se avanzó el Valencia en el primer minuto de milagro. El milagro en forma de mano salvadora de Iñaki Peña rechazando un remate de gol que habría castigado al Barça por su indolencia y despiste, perdiendo las formas, y la posición, protestando un fuera de banda.
El susto, despiste, vergonzoso inicio de partido, podia invitar a imaginar otra noche de pesadilla, pero en Mestalla el Barça sacó el orgullo y a ratos el futbol que tanto se le reclama. Puesto a las órdenes de Frenkie de Jong, el campeón mostró talento y ganas.
Así, en pleno dominio de la situación y naciendo de un pase filtrado soberbio del neerlandés, llegó el 0-1 mediada la segunda mitad, consumado el gol por Joao Félix tras la asistencia de Raphinha, en una de sus contadas actuaciones positivas de la noche.
Tuvo el Barça contra las cuerdas al Valencia con base en juego y tranquilidad. Combinando y llegando con solvencia. Pero, otra vez, le faltó matar el partido y permitiendo que los de Baraja se mantuvieran vivos llegó el empate de Hugo Guillamón, en un extraordinario remate lejano que se coló por la escuadra.
Le faltó tiempo, acierto (Raphinha falló de forma lamentable) y fortuna al campeón para llevarse el triunfo y tres puntos que se entendían innegociables. Provocó más peligro Ferran Torres, siguió mandando De Jong y lo intentó de todas las maneras, con juego y dominio, el Barça hasta el final.
Pero la suerte no quiere sonreirle ni cuando lo merece. Un buen partido en el que lo hizo todo, o casi todo, por ganar, acabó empatándolo. Y esos dos puntos que se escaparon, en las circunstancias actuales, son ya muy graves.