(Desde Doha, Qatar) Todo podía pasar el día después de las sorpresas que se dieron en la Copa del Mundo. Ya no había cuestiones juzgadas antes de que la pelota comenzará a rodar. Solo hubo una gran sorpresa -para algunos- con la eliminación de Brasil. El contexto y el modo en el cual terminan dándose el partido de Argentina no deja de ser una sorpresa porque el resultado era cómodo y holgado en el tránsito del encuentro. Eso ya quedó en el pasado y hoy había que seguir los dos partidos que se jugaban, pero siempre atentos a lo que pasó este viernes. Seguramente, todos tomaron nota.
En el primer turno, Marruecos quería ser la Croacia de ayer, aunque Croacia tiene una estatura futbolística muy diferente a la marroquí. Pero Marruecos ha sido, durante todo el torneo, un equipo muy duro y obstinado. Conoce sus limitaciones -son varias- y, también, conoce sus virtudes. Tiene la capacidad para hacerte caer en el embudo defensivo, un mediocampista como Sofyan Amrabat que es el termómetro del equipo, jugadores como Sofiane Boufal que tienen una característica técnica muy distinguida, Achraf Hakimi es la cuota de jerarquía del equipo, pero no mucho más.
Enfrente, estaba el todopoderoso Portugal con una insólita decisión por parte del entrenador Fernando Santos, un hombre que desconoció la historia entera y contémporanea de Portugal dejando en el banco de suplentes al mejor futbolista que tiene la historia del fútbol de ese país. Es increíble que Santos haya creído que todo terminaba con Suiza. Le salió bien en aquel partido incluir a Goncalo Ramos y dejar a Cristiano en el banco, pero teóricamente eso fue en represalia a la actitud de Cristiano con Corea del Sur.
Sin embargo, el técnico se para sobre esa decisión, cree que todos los días es carnaval y deja afuera al mejor futbolista del equipo. Cuando él entra, a los 50 minutos de partido, con Portugal cayendo por 1-0, fue el jugador más importante del equipo. Fue el que contagiaba a sus compañeros. Su actitud era la de alentar y despertar a sus compañeros. Le decía a Joao Felix que no pasaba nada cuando se veía frustrado, los levantaba, les pedía que se apuren, iba a buscar rápido el balón para que el arquero Bono sacara con dinamismo. Ronaldo no podía faltar; solo en la cabeza del técnico podía hacerlo y no le dio el tiempo, aunque pudo haberlo tenido Ronaldo en un mano a mano y pudo haberlo tenido Pepe con un cabezazo.
Marruecos dio la gran sorpresa de este sábado y pasó a las semifinales. En el plato fuerte de la jornada, se veían dos potencias como Francia e Inglaterra en el Estadio Al Bayt. Eran dos equipos con características diferentes. Uno era más homógeneo, más equipo, más cohesión, más velocidad, más dinámica, más gambeta; el otro poseía jerarquía individual, pelotazo largo, segunda jugada y a confiar en las individualidades. Hoy no fue el día de Mbappé ni de Dembélé pero, por suerte para Francia, apareció Olivier Giroud.
Esas paradojas del destino... Giroud no había hecho ningún gol cuando Francia fue campeón y, hasta las semifinales de este torneo, ha sido clave. Es el goleador del equipo junto a Mbappé, que hoy tuvo su peor partido. En la prueba de fuego más alta, Mbappé no estuvo a la altura. Tuvo un gran partido Giroud al igual que el arquero y capitán, Hugo Lloris y Antoine Griezmann, la rueda de auxilio que juega bien en cualquier posición, también tuvo una destacada labor.
Harry Kane tuvo la posibilidad de empatarlo en el final, pero su penal pasó por arriba del travesaño. Ya había marcado la igualdad parcial, pero cuando tuvo la chance de estirar el partido hacía la prórroga lo voló sobre el arco. A partir de ahí, Inglaterra ya no tuvo argumentos.
De un lado, Francia contra Marruecos; del otro, Argentina frente a Croacia. En las calles de Doha todos creen que Argentina y Francia son los favoritos para las llaves, pero ha quedado demostrado en esta Copa del Mundo que los partidos no se ganan antes de jugar.
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