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El GP de Las Vegas es la parada más cara de la Fórmula 1 que se ofrece para cualquier aficionado a los deportes, en una ciudad que tiene todo lo que uno se pueda imaginar para gastar y consumir
Por trillado que parezca, esta historia comienza con el amigo de un amigo, un tipo que vive en México y que viaja a Las Vegas cada dos o tres meses para perder una cantidad tan absurda de dinero, que tristemente, es reconocido por su círculo cercano como un ludópata, una persona con adicción al juego.
La noche más clara en la memoria de ese círculo es cuando estaba en medio de una “buena racha” en la mesa de blackjack y mandó a nuestro amigo en común a cambiar 20 mil dólares a efectivo para guardarlos en la caja fuerte de la habitación, sólo para perderlos la mañana siguiente como colofón a un maratón de 18 horas sentado en la misma silla.
Ha perdido tanto dinero a lo largo de los últimos 10 años, que el hotel le regaló cuatro pases de jueves a domingo para la zona de paddock para el Gran Premio en Las Vegas, valorado cada uno en 7 mil dólares, sin contar el hospedaje, alimentos y bebidas, que también son parte de la invitación.
Esa persona y sus tres acompañantes están ahora mismo en la ciudad con el pretexto de ver un evento deportivo al que apenas son aficionados, pero con la garantía de que el hospitality contará con mesas para jugar día y noche, 24 horas, así como con todo el alcohol gratis que necesiten para mover las fichas con alegría.
Es parte del show, es parte de la dinámica en la que la Fórmula 1 participa en un lugar hecho para los apostadores, pero al margen de la salud de este personaje, me hizo pensar en todo lo que mueve un evento así, y que pase lo que pase, el público se vuelve loco por llenar y dejar su dinero en el camino.
El Gran Premio de Las Vegas es, desde su debut este año, la parada más cara de la Fórmula 1 y la competencia más cara que, en promedio, se ofrece para cualquier aficionado a los deportes, en una ciudad que tiene todo lo que uno se pueda imaginar para gastar y consumir.
No pretendo en ningún momento hacer una crítica a aquellos que decidieron ir o piensen hacerlo, en Las Vegas, en Mónaco o donde les plazca, cada quien sabe lo que hace con el dinero que tiene, pero me asombra imaginarme lo que esa ciudad es capaz de generar y el monstruo en el que se ha convertido cuando hablamos de fines de semana deportivos de categoría mundial.
Ahora la MLB va para allá con la confirmación de que los Athletics dejan Oakland, así que a Las Vegas no le hará falta nada, más que cuidado en sus alcantarillas para que la próxima carrera no tenga problemas, como los que espero deje de tener ese amigo de mi amigo, quien ha pagado fielmente por calles mejor pavimentadas.