Así lo vivió: Raúl Jiménez y el recuerdo de la lesión que casi termina con su carrera

Todavía hay muchas personas que receurdan el choque de cabezas de Raúl Jiménez con David Luiz como si hubiese sido ayer. Este 2022 se cumplen dos años desde que el mexicano tuvo que ser llevado al hospital y fue diagnosticado de una fractura de cráneo que hizo temer lo peor y por la que ahora luce una cicatriz de más de 15 centímetros.

“No recuerdo ir hacia ese córner”, recuerda Raúl Jiménez en un documental titulado ‘Código Rojo’ de la BBC. El impacto ocurrió durante la primera parte de un Arsenal vs. Wolverhampton Wanderers, en el Emirates Stadium de Londres. El delantero corrió al primer palo sin imaginar que se encontraría con David Luiz en el camino.

Jiménez cayó sobre el césped, mientras que David Luiz empezó sangraba. El delantero no se movía, no daba signos de vida, mientras sus compañeros y rivales empezaban a preocuparse y a llamar a los médicos. Conor Coady, capitán de los ‘Lobos’, alejó a todo el mundo hasta que llegaran las asistencias. “Dejadle solo”, gritaba.

“En el primer momento que le vi ya sabía que algo muy malo acababa de pasar, sus ojos estaban cerrados y le salía sangre por la nariz”, dice Coady. “Supe inmediatamente que era una lesión muy grave”, añade Matt Perry, doctor del equipo médico que en ese momento corrió a ayudar al mexicano, entonces inconsciente.

Tras más de 10 minutos tendido, Raúl abandonó el campo en camilla y con oxígeno asistido. Solo Nuno, entrenador del Wolverhampton, tenía comunicación con lo que estaba pasando. “Código Rojo”, le repetían, sin saber el portugués qué significaba eso. Ollie, fisioterapeuta del club, alarmó que se trataba de una fractura de cráneo.

¿Cómo lo vivió la familia de Jiménez?

A miles de kilómetros, la familia de Raúl se retorcía ante el televisor. “Recuerdo muy bien aquel día”, rememora Raúl Jiménez Vega, su padre. “Normalmente cuando vemos una falta en un partido siempre empiezas a preguntar a ver quién ha sido, pero aquel día supimos desde el primer momento que era Raúl”, contó emocionado.

Más cerca estaba Daniela, la pareja de Raúl Jiménez, que vio el partido desde Wolverhampton junto a Arya, su hija de entonces cuatro meses. “Recuerdo cerrar los ojos y solo pensar ‘por favor, muévete, muévete aunque sea un poco solo para saber que estás vivo’”, recordó. El mexicano, posteriormente, sería trasladado a un hospital.

Sin duda, Fueron unas horas angustiosas para la familia de Jiménez. Daniela acudió al hospital lo más rápido que pudo y rogó ver a Raúl antes de que este fuera operado. Así, pese a todas las restricciones que habían por el brote del coronovirus, pudo pasar un minuto a ver al jugador antes de la cirugía.

Daniela pasó la noche en Londres y al día siguiente, junto a Perry, volvió a ver cómo estaba todo tras la operación. No obstante, cuando iban en el coche de camino al hospital sonó el teléfono. Era Raúl, quien por primera vez daba señales de estar bien y, lo que era más importante en ese momento, estar sano dentro de lo que cabía.

Su recuperación, su más grande odisea

“Nunca pensé que ahí se acabaría mi carrera, siempre confiaba en volver”, aseguró el delantero, que el 4 de diciembre, apenas seis días después del incidente, ya estaba en casa, donde comenzó una fase de rehabilitación para la que su madre, Martha, voló desde México solo para cuidar de su hijo y darle el ánimo que necesitaba.

Raúl Jiménez comenzó su odisea de volver al fútbol con trabajo en el gimnasio, luego entrenamientos en el césped, pero en solitario, y finalmente uniéndose a sus compañeros. Eso sí, con una condición inicial, nadie le podía tocar. “Era el mejor de largo, como nadie le entraba, marcaba goles desde todos los lados”, contaba Nuno.

“Quería volver al mismo nivel, pero también quería demostrar más, demostrar que soy más fuerte”, explicó el delantero, que pudo volver a jugar en los amistosos de pretemporada del Wolverhampton ese verano, donde volvería a anotar contra el Stoke City, en lo que el resto de su historia se seguiría escribiendo hasta hoy.

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