28/04/2024

Pep Guardiola: razones para creer por qué es el mejor técnico de la historia | ANÁLISIS [VIDEO]

Hace un año

Con Pep Guardiola como gran guía, los citizens vencieron (1-0) al Inter de Milán. El conjunto inglés completó el ansiado e histórico triplete: Champions League, Premier y FA Cup. Lee la columna completa de Jorge Barraza

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Campeón invicto con 8 victorias y 5 empates, 33 goles a favor y apenas 5 en contra, los números le sonríen y lo proclaman un grandísimo monarca. La copa que se le había escapado por un pelo en 2021 a manos del Chelsea la bebió ahora. Sin estrellas, con buenos o muy buenos intérpretes, sin gastar cientos de millones más que sus rivales, dos rótulos que el periodismo madridista le ha inventado a Guardiola para intentar demeritarlo. Pero Pep es el mejor de la historia. Pasa que es catalán, eso molesta en la capital. Es el número uno y vuelve a demostrarlo. Su equipo juega, tiene un estilo definido, un funcionamiento difícil de desentrañar para los rivales, que bajo el cielo de Turquía no brilló como acostumbra, pero supo hacer un gol y ganar.

Es el título número 35 de Guardiola. Y puede seguir sumando, es joven, ama lo que hace, no se harta del éxito y tiene, entre tantas, la virtud de volver a motivar a su tropa después de ganar y ganar. Lo más difícil para mantener toda racha ganadora es conservar el hambre de triunfo, el ojo del tigre. Él lo logra con sus jugadores y con él mismo. Es insaciable. Sus detractores, que tiene millones, le piden que haga lo mismo con el Elche o el Numancia, je… son tan lindos.

Para los festivales que suele ofrecer el City fue un triunfo gris, olvidable, sin el traje de gala. Unito a cero apenas. Se notó el cansancio mental de sus jugadores, en 21 días disputaron virtualmente tres finales: ante el Chelsea para ganar el campeonato local, frente el United para levantar la Copa Inglesa y ahora contra el Inter. El futbolista se recupera físicamente de una semana a la otra, la mente no. Volver a encender el ansia de victoria es como pedirle al soldado extenuado, mal comido y mal dormido que tome de nuevo su fusil y vuelva a la carga. Y era el partido número 60 del City en la temporada. Semejante esfuerzo desembocaba en un embudo de 21 días para definir las tres coronas.

En Inter, su vencido, vendió cara su piel, dejó el alma entera y se ganó las simpatías del mundo. Fue un bravísimo Inter, un oso que casi da cuenta del cazador. Si analizamos por las situaciones de gol, tuvo cuatro clarísimas contra dos del City en los 98 minutos que duró el juego. Y 14 remates para el cuadro italiano frente a 7 del inglés. Estuvo a milímetros de la hazaña, pero no pudo.

Pep Guardiola
y sus 35 títulos como entrenador

Barcelona

  • LaLiga : 2008/09, 2009/10 y 2010/11
  • Copa del Rey : 2008/09 y 2011/12
  • Supercopa de España : 2009, 2010 y 2011
  • Liga de Campeones: 2008/09 y 2010/11
  • Supercopa de la UEFA : 2009 y 2011
  • Mundial de Clubes : 2009 y 2011

Bayern Munich

  • Bundesliga : 2013/14, 2014/15 y 2015/16
  • Copa de Alemania : 2013/14 y 2015/16
  • Supercopa de la UEFA: 2013
  • Mundial de Clubes: 2013

Manchester City

  • Premier League: 2017/18, 2018/19, 2020/21, 2021/22 y 2022/23
  • FA Cup: 2018/19 y 2022/23
  • Copa de la Liga : 2017/18, 2018/19, 2019/20 y 2020/21
  • Community Shield: 2018 y 2019
  • UEFA Champions League 2022/23
y sus 35 títulos como entrenador
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El partido

Lo sorprendió el Inter al City en el primer acto, nada extraordinario, con presión alta, donde empezaba el tejido a crochet del City. Le interrumpía la articulación del juego. Sin ninguna táctica revolucionaria, sí mucha concentración, firmeza, anticipo, encimar siempre al lanzador y al receptor. Viene del año ‘30; antes le llamaban “apretar las marcas”. A ello se sumó la llamativa imprecisión en los pases del equipo Ciudadano. En ese contexto, el City se pareció a quien se sube al auto apurado, gira la llave para dar arranque y el motor hace brrrrmmmm, brrrrmmmm, pero no enciende. No podía hacer andar el juego. Su juego, esa trama de pases precisos que le da dominio territorial y psicológico sobre el adversario hasta encontrar el hueco. Desconocido el City, ni cercano al conjunto arrollador campeón de la Premier, de la Cup y que aplastó al Bayern y al Madrid. La lesión de De Bruyne a los 35′ fue un golpe para los celestes. El belga es su jugador franquicia desde hace años, juega y hace jugar, crea peligro, convierte. Al Inter le vino bien.

En ese escenario, hubo algunas actuaciones notables en el cuadro nerazzurro como las de Dimarco, Barella, Bastoni y Acerbi. Los demás, atentos, enchufados todos. Pero no remató al arco el Inter en esos primeros 47 minutos. Y al once mancuniano no le sobró nada, apenas un zurdazo de Haaland con cierto picante que paró sin angustias Onana. No cambió el desarrollo, pero empezó a quebrarse el partido. Cuando el reloj marcaba 58′ se durmió Akanji en un balón largo y Lautaro Martínez le robó la billetera, se fue solo y remató al gol, aunque en posición muy oblicua y contuvo Ederson, empezando a ser figura determinante. Y a los 68 llegó el tanto que mete a Rodri en los libros de historia. Buena apertura de Akanji a Bernardo Silva por derecha, centro atrás y el madrileño, con clase magistral y precisión de cirujano, la clavó en la red. Rodri es hoy, por mucho, el mejor centrocampista del mundo, este golazo lo consagra.

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Ahí encontraron la paz el City, Guardiola, el proyecto de club, todos. Y al Inter no le quedó más que salir de la trinchera y arremeter a bayoneta limpia. Y fue arriba con fervor, con grandeza, convencido de que podía. Y acorraló al City. Se le negó el gol dos veces de forma tan increíble que cuesta entender como no entró la bola. El último cuarto de hora fue de una tensión de diez mil voltios, digno de una definición de Champions. Y en la tapada postrera de Ederson murió la chance interista. Triste, porque había hecho mucho y merecía, cuanto menos, el alargue.

La UEFA le dio la final al árbitro polaco Szimon Marciniak, el mismo del choque Argentina-Francia en Catar. Significa que la FIFA lo vio sobresaliente en el Mundial. Y otra vez estuvo impecable, ningún fallo cuestionable. A su favor, los protagonistas se portaron bien.

Estambul, antes Constantinopla, antes Bizancio, ofreció su encanto milenario a decenas de miles de ingleses e italianos. Mostró su cara más moderna para recibirlos, a ellos y a la Champions. Y agradó, y cumplió. Fue una eficiente anfitriona, le echó un manto de olvido a los graves incidentes de París del año pasado, que a punto estuvieron de ser una tragedia. Bien.

Lo del City es una tarea de orfebrería de parte de sus dueños emiratíes. Desembarcaron el 1° de septiembre de 2008 en una entidad que contaba 11 descensos (incluso se fue a Tercera División, algo que no le pasó nunca a ninguno de los grandes clubes europeos). Se trazaron un plan a largo plazo. Compraron el club en 250 millones de dólares y le inyectaron 1.000 millones de libras en infraestructura, jugadores y técnicos. Hoy vale 7.000 millones. En el medio ganaron 20 trofeos, entre ellos 7 Premier, 3 FA Cup, 6 Copa de la Liga, 3 Community Shield y ahora esta Champions. También lograron varios subcampeonatos. Siempre buscando la excelencia. Se expandieron y poseen otros once clubes con el sello City en cuatro continentes. Ahora venden más jugadores de los que compran. Fichar cracks es apenas una pequeña faceta de la organización City.

“Este el triunfo de un club que viene construyendo paso a paso desde hace años para llegar a esto. Y me toca hacer el gol de la victoria. Nunca lo imaginé. Me acuerdo de Fernandinho, Agüero, Kompany… de tantos jugadores que aportaron para conseguir esto”, expresó Rodrigo Hernández Cascante, el que mandó el derechazo a la gloria.


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