Se impone una mirada realista: no se aguarda esta tarde una dulce puesta en escena de la Selección. El contexto tan particular, a 3.600 metros sobre el nivel del mar, esta vez la exime de cualquier exigencia estética. De todas maneras, más allá de las dificultades extrafutbolísticas (y de la duda sobre la presencia de Messi), tanto el entrenador como los futbolistas enfrentan una linda oportunidad ante Bolivia, no sólo para seguir avanzando hacia Rusia 2018, sino también para crecer como equipo. Es una chance ideal para que todos exhiban argumentos colectivos capaces de disimular las circunstancias adversas. El “ganar como sea” no alcanzó ante Chile. Quedó a la vista. Y tampoco debe ser avalado. El desafío para Argentina es mostrarse como un equipo con altura, a pesar de todo. El partido comenzará a las 17 y será televisado por TyC Sports y la TV Pública.
Sustentada por una estrategia especial para la ocasión, la obligación de la Selección es regalar respuestas serias, sobrias, astutas. Necesita Argentina que Edgardo Bauza y sus jugadores contesten como corresponde. Lejos del juego de ironías que el noble y querible Patón decidió jugar desde el triunfo vacío de fútbol ante Chile, una fórmula que dañó su imagen por la importancia que encierra su rol y que salpicó sin necesidad su credibilidad ante la opinión pública y ¿también ante sus propios futbolistas? Todo justo cuando se viene el último partido bajo el mando de la Comisión Normalizadora que lo eligió. ¿Hasta dónde lo respaldarán las nuevas autoridades? Aunque Claudio Tapia (el presidente de la AFA que ya se viene) aclaró que no lo moverá de su cargo, es una exposición exagerada al extremo la del DT en este escenario tan singular. Una pena.
No es cuento. La altura afecta. Si hace de las suyas en cualquier visitante que viene aquí desde el llano ahogándolo en los primeros pasos, secándole la garganta y provocándole dolor de cabeza, sólo resta imaginar cuánto afecta a un futbolista en su máximo esfuerzo, aunque se trate de súper profesionales preparados para la ocasión. Hay una barrera geográfica que deberá superar la Selección, pero no vale como excusa. A no confundirse.
Tampoco puede ampararse la Selección en la catarata de bajas. Si los titulares en el llano flaquearon ante Brasil, dependieron de Messi contra Colombia y padecieron frente a Chile, ¿qué garantías podían entregar en la altura? Es el momento para que se impongan aquellos que sueñan con la titularidad.
El plan escogido por Bauza (con Messi) se lee como lógico. Con siete cambios, con la exclusión de Agüero más las bajas de Otamendi, Mercado, Mas, Biglia, Mascherano e Higuaín, diseñó un equipo opuesto al de los cuatro fantásticos que jugaron contra Chile, bajo una idea de protección, recaudos y contraataque, en un esqueleto táctico que arrancará como un 4-4-1-2 pero que puede mutar en 4-5-1 (si Messi decide descansar por la derecha) o en 4-4-2 (si Leo se vuelca bien arriba).
Habrá una defensa con muchos centímetros para defender cada centro boliviano: Roncaglia, Musacchio, Funes Mori y Rojo. Habrá un mediocampo con la contención de Enzo Pérez, Guido Pizarro (viene de la altura mexicana) y Ever Banega, más el auxilio de Di María. Habrá un ataque apoyado justo en las explosiones de Fideo Di María (¿podrá repetir su producción de superhéroe de 2013?) y de Messi, esperando que pueda despegar alguna vez Enzo Pérez y que Pratto no quede aislado arriba. ¿Y por qué no imaginar que el grito llegue luego de un córner o de un tiro libre, lastimando con los gigantes defensores o el mismo Pratto?
Todo esto, contando con Messi. Si la FIFA decide suspender al 10, Bauza deberá hacer un cambio inesperado, fuera de libreto.
Ilusionada y preparada con absoluta minuciosidad, Bolivia espera soñando con aplicarle un mazazo a Argentina. La intención de la selección de Mauricio Soria es clara: intensidad, circulación y continuidad del juego. Por eso aquí todos piden que el árbitro colombiano Wilmar Roldán no corte el desarrollo a cada instante, algo que favorecería a Messi y Cía.
Sabiendo que llegar a Rusia 2018 ya es imposible, la obsesión de Bolivia es generar un impacto ante la Selección. Por eso no llevó a Colombia a varios de sus jugadores principales: Diego Bejarano, Edwin Zenteno, Raúl Castro, Pablo Escobar, Alejandro Chumacero, Jhasmani Campos y Diego Wayar, la mayoría especialistas en altura del The Strongest, equipo de esta ciudad... en estas Eliminatorias, de local, Bolivia perdió 3 (Uruguay, Colombia y Perú), empató 1 (Ecuador) y sólo ganó 2 (a Venezuela y Paraguay).
Es real que aquí Argentina padeció aquel corte de Cruz en la Era Passarella y aquel 1-6 con Maradona como DT. También es cierto que en otras expediciones al Hernando Siles se las ingenió para rescatar una sonrisa, como en la victoria de 2005 o en los empates de 2001 y 2013. Entonces, a pesar de todo, se puede.