Por Kenyi Peña Andrade:
Han sido incontables las veces que me han preguntado cómo así empecé a ver fútbol, a lo que siempre respondí de la misma forma. Fue la primera vez que observé jugar a Juan Román Riquelme, ahí comenzó todo. Es cierto, en aquella época con apenas 9 años, el que escribe sabía muy poco de estrategias, dibujos tácticos, mucho menos de un análisis del juego. Sin embargo, fue muy fácil entender el significado del deporte más popular del mundo viendo a Román con la camiseta número ‘10’ de Boca Juniors. El señor fútbol hoy cumple 39 años, pero me quedo con sus 22, cuando le metió aquel caño a Mario Yepes en una Copa Libertadores del 2000. O con sus 36, cuando regresó a Argentinos Juniors a la Primera División como muestra de agradecimiento al club que lo formó. Yo me quedo con todo. A Román lo quiero siempre en mi once.
Aquel cuadro ‘xeneize’ que tomó Carlos Bianchi en 1998 no solo ganó 9 títulos, en los que se resalta tres Libertadores y dos trofeos de Copa Intercontinental, sino que jugaba al fútbol más que bien. En esa versión de Boca siendo el 'Rey de Copas', Martín Palermo cumplió su tarea como goleador, pero Román le puso los pases- en la Libertadores del 2000 y 2001. Guillermo Barros Schelotto era un demonio por la banda, eso también es cierto, pero el ‘10’ de Boca le hacía muy sencillo todo, al jalar la marca de casi todos los defensores. No se les quita méritos, pero nunca vi un equipo en el cual un jugador sea tan dueño de este. Ese Boca era Riquelme, y Riquelme era y es Boca.
Con el respeto que se merece Lionel Messi, pues hoy también cumple años, pero no, antes de sus gambetas, estuvieron las de Román. Con su permiso ‘Leo’, pero antes de sus goles recorriendo gran cantidad de kilómetros, hubo un hombre que también los hizo, pero corriendo lo justo y necesario, nunca de más. Antes que el mundo descubriera la inteligencia del pequeño Messi, existió un grande llamado Román. El mismo que tuvo que haberse convertido en un físico matemático, por aquellos pases milimétricos, pero decidió ser futbolista y nos hizo un favor a todos los que aún creemos que el fútbol debe ser espectáculo.
Nunca entendí a aquellos que tildaron a Román de apático, desganado o pecho frío por no correr tanto- o como el resto. ¿Acaso el Presidente de la República debe ponerse el chaco antibalas e ir atrapar delincuentes con sus propias manos? ¿El juez debe curar enfermos? Cada uno a lo suyo, y entender el juego mejor que el resto fue su virtud o el pecado de Román. La pelota debe correr más que el jugador y eso lo tenía clarito. “Correr, corre cualquiera; jugar al fútbol es más complicado”, dijo el argentino en una entrevista en el año 2013.
No triunfó en Barcelona porque Louis van Gaal pidió un maratonista, y le llevaron desde Buenos Aires a un genio. En la selección argentina lo criticaron a rabiar en su momento, pero hoy siguen extrañándolo, pues no salió nunca más uno como él. Carlos Tevez dijo hace unas semanas que Román afuera de la cancha deja mucho que desear, pero la hinchada de Boca lo ama más que ayer- y más que él. Incluso lo quieren más que al mismo Maradona. Las encuestas hablan por sí solas, solo hay que googlear un poco.
Tan solo hay que prender la tele para ver un partido y observar a 22 atletas correr sin control, para así darnos cuenta que el arte de Román debería mostrarse hoy en día en los museos. Artistas así ya no salen ni saldrán.