Doce selecciones, tres grupos y un título. A primera vista la Copa de Oro parece un torneo de fútbol internacional como cualquier otro, pero lo cierto es que la realidad no es lo que parece.
Eso porque en la Copa de Oro (aclaremos que la que entregan no es de oro macizo) converge una serie de elementos que hacen del campeonato que organiza la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol, Concacaf, el torneo de selecciones más extraño del mundo.
Su 14ª edición se está disputando desde el pasado 7 de julio en Estados Unidos, como ha sucedido en las 13 anteriores y seguirá ocurriendo en el futuro.
Esa es sólo una de las cosas que hacen a la Copa de Oro un torneo tan singular, como lo reflejan los otros datos que recopilamos en BBC Mundo.
1. No es FIFA
Uno puede que pensar que el máximo organismo del fútbol tiene el control de todo lo que ocurre en el mundo del balón, pero este no es el caso.
El hecho que no sea un torneo sancionado por la FIFA ha permitido que participen selecciones que no están afiliadas al máximo organismo, como Martinica y Guayana Francesa.
Así es que llegan a ocurrir situaciones tan confusas como la presencia de Florent Malouda en el seleccionado sudamericano después de haber jugado para Francia.
Malouda, quien jugó 80 partidos con Francia, está representando a Guayana Francesa. (Foto: AFP)
(Foto: AFP)
Maoluda nació en Cayenne hace 37 años. Al ser un departamento francés de ultramar, pudo jugar con Francia. Lo que de hecho hizo en 80 ocasiones durante el pináculo de su carrera.
Eso, bajo el reglamento de la FIFA, lo haría inelegible para estar con cualquier otra selección.
Pero como la Copa de Oro no es FIFA sino Concacaf, Malouda está en Estados Unidos en un caso parecido al que ocurrió en 2007 cuando Jocelyn Angloma, quien jugó 37 partidos para Francia, anotó uno de los goles con los que Guadalupe eliminó a Honduras.
2. No todas las selecciones son iguales
De los 41 miembros que conforman la Concacaf, hay tres que tienen el privilegio de acceder directamente a la Copa de Oro sin necesidad de clasificarse y ese honor recae en las tres selecciones de América del Norte: México, Estados Unidos y Canadá.
Las dos primeras son reconocidas como las gigantes de la región y son los países que más han ganado el torneo con siete y cinco títulos, respectivamente.
Pero, ¿y Canadá? Ese combinado posee un pedigrí futbolístico mucho menor que selecciones como Costa Rica y Honduras.
La única razón que hay a su favor es que es ha sido la única selección que ha logrado cortar el duopolio de México y EE.UU. al coronarse campeón en la edición de 2000, cuando superó la fase de grupos gracias a la suerte de la moneda.
3. Una sola sede
A diferencia de la rotación de sedes de los otros torneos regionales, como la Copa América, la Eurocopa o la Copa Africana de Naciones, la Copa de Oro no ha cambiado a su país anfitrión desde el año 1991, que siempre ha sido Estados Unidos.
La afición mexicana suele abarrotar todos los campos en los que juega el Tri en Estados Unidos. (Foto: AFP)
(Foto: AFP)
Las únicas excepciones ocurrieron en 1993 y 2003, cuando México también albergó partidos, y en 2015, cuando se jugaron dos encuentros en Toronto, Canadá.
Pero pese a jugar en su casa, hay ocasiones en las que Estados Unidos no cuenta con la ventaja de ser local, que pasa a ser del seleccionado visitante si le toca enfrentarse a México en Los Ángeles o a otros países centroamericanos que cuentan con una gran colonia en territorio estadounidense.
4. Exceso de estadios
Este año se repite la particularidad que el número de ciudades sedes supera el de los países participantes.
En total son 14 los estadios que albergan partidos, en contraste con las 12 selecciones que están buscando clasificar a los cuartos de final.
Eso hace que Dallas sea la única ciudad que tendrá partidos en la fase de grupos y en la de eliminatorias, aunque en diferentes estadios, y que campos como el estadio Rose Bowl de Los Ángeles o el Levi's Stadium en Santa Clara no entren en acción sino hasta las semifinales, el primero, y la final, el segundo.
5. No es prioritario
Sería impensable que Portugal vaya a una Eurocopa sin Cristiano Ronaldo o que Argentina se presente en una Copa América sin Lionel Messi, pero eso es lo que ocurre en la Copa de Oro.
A Estados Unidos llegó una selección mexicana que en el mejor de los casos puede ser calificada de reserva ya que en la plantilla no está Javier Hernández ni ninguna de las principales estrellas que estuvieron en la Copa Confederaciones que se jugó el mes pasado en Rusia.
La selección local tampoco cuenta con una de sus mayores promesas, el jugador del Borussia Dortmund Christian Pulisic, mientra que en Costa Rica no está el portero Keylor Navas, quien se encuentra en Estados Unidos pero junto a su equipo, el Real Madrid.
La razón es que al disputarse dos veces en un ciclo mundialista hay veces que coincide con otros campeonatos o se juega en fechas poco habituales para un torneo internacional de selecciones, como pasó en 1996 cuando tuvo lugar entre el 10 y el 21 de enero.
Esta frecuencia también sumaba otros problema y es que el campeón no tenía asegurado que sería el representante de la Concacaf en la Copa Confederaciones.
Aunque esta situación no volvería a ocurrir si se confirma que el evento que reúne a los campeones de cada confederación se dejará de disputar en el futuro.