El culebrón de Neymar es el paliativo perfecto para entretener estas vacaciones futbolísticas. Tiene todos los ingredientes de un melodrama: dos pretendientes, una estrella por alguna razón inconforme o despechada por culpa del papel que le ha tocado protagonizar, chismes alrededor y una decisión que tomar en un plazo acotado. Son pocos los aficionados que se resisten a esta telenovela salpimentada por los trascendidos periodísticos, las ambigüedades de Twitter y los dimes y diretes de sus (ex) compañeros.
Desde el punto de vista estrictamente deportivo, la posible salida de Neymar obligaría a replantear el tridente sobre el que se ha construido el proyecto del Barcelona. No será una empresa sencilla. Existen pocos jugadores capaces de reemplazar a un talento como el paulista, aunque dos o tres destacan como alternativas: Dybala, Hazard y Coutinho. Los tres son versátiles y pueden posicionarse sin problemas como extremos, creativos o delanteros retrasados. La posible química con Messi y Suárez, así como la posibilidad de asumir un rol secundario respecto al genio argentino, son ingredientes que se deben tomar en cuenta. Este ha sido uno de los grandes problemas de los catalanes al momento de fichar: pocos cracks desean ir a un club en el que brillarán, sí, pero en calidad de comparsa. Es el caso de Mbappé, a quien también se rumorea como opción, lo que tendría el efecto adicional de revertir el golpe psicológico que significaría la partida del brasileño.
Sea como fuere, por los montos publicitados es claro que la posible llegada de Neymar al PSG desencadenará una cadena de fichajes, todo con sobreprecio. La explicación es simple: la Juve, el Chelsea o el Liverpool deberán reinvertir para suplir lo que, eventualmente, pierdan. El dinero en cuestión, poco más de 220 millones de euros, implica que la distorsión alcista del mercado de transferencias seguirá un buen tiempo. El presidente de la Liga, Javier Tebas, amenaza con denunciar al club parisino por la sospecha de que Qatar le continúa inyectando dinero, lo que viola las normas del ‘fair play’ financiero. De acuerdo al contrato publicado por “L’Equipe”, la compra posee una compleja estructura destinada a evadir los controles y regulaciones de la UEFA. En Francia, la Hacienda saliva con los ingresos que recibirá en impuestos. Aunque existe una posibilidad, digamos, lateral: que la familia real catarí lo ‘contrate’ como embajador del Mundial 2022 por 300 millones de dólares, dinero con el cual el brasileño pagaría su propia cláusula de recesión y quedaría como agente libre.
En teoría queda todo agosto para que se finiquite el trato, pero en tanto el fútbol en Europa se inicia en dos semanas hay un primer aviso, pues todos los entrenadores buscan hacer pretemporada y empezar sus torneos con la plantilla completa. Planificar un proyecto con o sin Neymar es un problema incluso para Valverde, quien además de renovar la idea de juego que dejó Luis Enrique deberá, ahora, refrescar un proyecto que perdería a uno de los puntales sobre los cuales se ha construido.