Cruzó la meta con el rostro perlado en sudor, con el cansancio en las piernas, levantó los brazos en son de triunfo tras una caminata-trote en el Centro Deportivo Olímpico Mexicano (CDOM), con lo cual festejó Carlos Mercenario la conquista de su medalla de plata en los Juegos Olímpicos Barcelona 1992.
Terminó extasiado y cómo no, ya son 50 años de edad, pero mantiene la forma atlética que le permitió dar 25 vueltas a la pista del CDOM, donde desde muy temprano llegó acompañado de sus padres y su hermana, además de su entrenador en esa cita olímpica, José Alvarado.
Juan Hernández, quien lo descubrió no pudo estar con él esta mañana porque entrenó a quienes van al Campeonato Mundial de Atletismo Londres 2017, pero está en la mente de Carlos, quien tiene en su corazón Jerzy Hausleber, ya fallecido y quien lo pulió más como un fino diamante.
A 25 años de aquel acontecimiento personal, para el deporte mexicano y para el olimpismo universal recordó que "no te das cuenta (de la dimensión). Carlos Girón (medallista en Moscú 1980) me anticipó que 'cuando llegues a México algunas cosas van a cambiar' y yo le contesté 'yo no voy a cambiar nada'".
Pero sí hubo cambios y el primer detalle curioso fue en el avión de regreso, cuando la azafata lo mandó a primera clase, al aterrizar recibió instrucciones de ser el último en salir y cuando lo hizo se dio cuenta de la multitud de reporteros que lo estaban esperando.
"No se da cuenta uno en el momento, se va entendiendo poco a poco. Cuando llegué a mi colonia me hicieron los vecinos caminar de la entrada del fraccionamiento a mi casa. Además sólo se consiguió esa medalla", compartió.
Todavía un poco cansando comentó que "en los últimos kilómetros pareciera que le quisieron poner un grado de dificultad, porque después de 48 kilómetros y medio todavía una subida a Montjuic, al estadio, y yo sólo quería llegar. Cuando entro al estadio va cruzando la meta el ruso (Andrey Perlov)".
En ese momento "ya lo que quiero es cruzar la meta por la fatiga que tenía, porque nada más pensaba en terminar. Estaba muy cansado. Cuando veo la meta empiezo a pensar que cruzando la meta terminó todo el trabajo de tantos años. Todo ese sueño que quería cristalizar allí".
También se puso a recordar "todos esos pasos, tantos kilómetros (en los entrenamientos), tantos campamentos, tantos días sin la familia, pero sobre todo se vive una nostalgia y me decía 'quero que este momento se prolongue'. Voltee, vi el estadio lleno, me dio tanta adrenalina, tanta emoción que si se pusiera me regresaba y daba otras vueltas".
Abundó que "escuchaba mi corazón como si tuviera los oídos tapados o si me estuviera escuchando por dentro y cuando cruzó la meta vi entre muchos espectadores una bandera de México y me percato que esa bandera de México la levantaban mis papás y veo el gusto que les causó a ellos, a muchos mexicanos e incluso a muchos extranjeros".
Entonces vivió esa sensación al grado que se dijo "valió la pena, por compartirlo y por dar estas alegrías".
Esta mañana estuvo con él José Alvarado, el entrenador responsable del equipo de caminata en Barcelona 1992 y quien describe a Mercenario Carbajal como un atleta lleno de virtudes para la disciplina, lo cual abonó con entrega, dedicación y sacrificios.
También llegó Adrián Navarro, quien integró el panel de jueces, y sin saberlo fue quien dio la tarjeta que significó la descalificación del polaco Robert Korzeniowski y de esta forma el mexicano pasó de la medalla de bronce a la de plata.
Durante las 25 vueltas a la pista del CDOM fue acompañado el medallista por su hijo, también del mismo nombre y en la misma disciplina. "Alcanzó la gloria del olímpico y me siento más orgullo de celebrar los 25 años con él, a su lado y haciéndolo feliz. Voy a seguir sus pasos y tratar de mejorarlos"