El hecho de que haya marcado dos goles en las últimas jornadas de Liga hace sin duda que cualquier análisis esté ya condicionado. Pero paradójicamente han sido esas dianas las que le han dado la confianza necesaria para que al fin veamos su mejor versión en el FC Barcelona.
Denis Suárez entraba al campo por Andrés Iniesta en Getafe, cuando el cuadro culé perdía y lo pasaba realmente mal para generar ocasiones. El gallego no solamente anotó el gol del empate, sino que con su presencia en el campo logró dar profundidad y sentido al juego culé, muy espeso esa tarde en el Coliséum.
Ya la temporada pasada vimos unos destellos, pocos eso sí, del futbolista que maravilló en Sevilla y Villarreal, y del que a sus 23 años se esperan grandes cosas, pues ya prometía en las categorías inferiores. Su calma en los tantos ante los azulones y el Eibar, la confianza que va depositando Ernesto Valverde en él (lo ha alineado en 5 partidos hasta ahora), su adaptación al estilo de juego, y la experiencia que le da haber pasado ya su primera temporada, hacen que estemos ante un jugador más maduro y formado.
La larga baja de Ousmane Dembélé puede ser ahora una puerta abierta a la titularidad para él, sobre todo teniendo en cuenta que Gerard Deulofeu no termina de convencer y se muestra errático e impreciso en sus acciones. Denis, en cambio, se desenvuelve con mayor soltura en el terreno de juego y sabe dar a su equipo lo necesario en cada momento.
Acostumbrado a jugar partiendo desde la banda izquierda, puede asociarse bien con un Lionel Messi que le convenció en verano para seguir. El argentino sabe que puede tener a un buen socio en el lugar que antes frecuentaba Neymar, y además estamos ante un futbolista con capacidad para mantener la pelota, generar superioridad en el centro del campo y que no se esconderá a la hora de trabajar en tareas ofensivas.