Mira Sintra es un barrio ubicado en las colinas de Lisboa. Lejos del mar, apartado del centro de la ciudad y agarrado a la humildad como método de vida. Conviven en sus empinadas calles portugueses de toda la vida con emigrantes de segunda, tercera y cuarta generación llegados desde África. No hay problemas. Bueno, los habituales que pueden tener muchos de los barrios humildes de las muchas capitales de la Europa occidental.
Allí nació Nelson Semedo, uno de los futbolistas revelación en este inicio de temporada. El Barça llegó en verano y se lo llevó al Camp Nou. Pagó 30 millones al Benfica, que se guardó unos variables de cinco más en caso de cumplir unas variables complicadas de cerrarse. Nelsinho, como lo conocen aquí, es ídolo. Y esperan que tenga unos días para que se asome por el barrio. La gente lo espera. El pueblo lo ama.
“Me dijo que tenía una opción de ir al Barça, pero también merodeaban el Manchester United y el Madrid”. Habla Manel Liz, un joven de 27 años casado con una chica española que fue compañero de Semedo en el Sintrense y luego en el Benfica. “Pero él no dudaba; si lo del Barça avanazaba lo antepondría a todo”, insiste Liz, ahora delantero del 1º de Dezembro de la Segunda B portuguesa.
Todo el mundo que conoce a Semedo habla bien de él. Y todos repiten un concepto: humildad. “Lo es. Nelsinho es muy humilde”. Lo repite Bruno Baltazar, actual entrenador del AEL Limassol de Chipre y descubridor de Semedo cuando éste jugaba en el Sintrense. “Estaba aún en edad de juvenil cuando yo era asistente técnico de José Joao, un veterano entrenador ya retirado que dirigía al primer equipo. Le insistí que lo subiese al primer equipo y lo hiciese jugar. Pero hasta final de temporada no hubo una oportunidad real”. Hay que explicar que Semedo arrancó su carrera como enganche y punta, aunque su excelente capacidad para leer el fútbol y su facilidad para adaptarse a cualquier posición le acabaron situando de lateral, aunque todo tiene una explicación.
“El Benfica vino para ficharnos a mi y a Nelson”, dice Liz en un tono muy tranquilo. “Estábamos en pretemporada y el club no nos quería. Así que el entrenador nos ofreció jugar los últimos minutos de un partido que perdíamos 3-0. Él se salió. La rompió jugando en media punta y los dejó a todos boquiabiertos. Qué manera de jugar al fútbol en un cuarto de hora. Hizo un par de goles y una asistencia y el equipo no perdió. A él le llegó el premio de quedarse en el filial. Y lo hizo con una condición; se jugaría en el lateral, ya que el grupo no tenía un jugador de esa posición. Y ya ven dónde llegó”, recuerda con una sonrisa. ¿Y él? “Me tuvieron seis meses sin ficha”.
Bruno Baltazar sigue todo lo que hacen los que fueron sus pupilos. “Semedo sabe lo que le ha costado llegar y nunca cambiará esa manera de ser. Futbolísticamente será ídolo en Barcelona”, remarca. “Se han llevado una joya de persona”, indica Fernanda mientras abrasa medio cigarrillo de una sola calada. Ella es la secretaria del Sintrense, la que lo sabe todo de todos. “Nos dio una alegría inmensa y aquí ya somos todos del Barça”, concluye.
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