Tras quince minutos de tedio, de esos que conviene borrar cuanto antes de la memoria, el partido estalló con una doble ocasión de Nicola Sansone que se encargaron de desbaratar entre el meta Nenad Eric y el zaguero Yuri Logvinenko. La acción sirvió para romper los corsés y dar paso a unos minutos de ida y vuelta en los que el anárquico Astana se movió como pez en el agua. Los kazajos funcionan por impulsos, y aunque dejan mucho que desear en defensa, son capaces de generar verdadero peligro a través de su peculiar dupla de atacantes, la conformada por el ghanés Patrick Twumasi y el congoleño Junior Kabananga.
Ambos hacen de la zancada su mejor virtud y en un abrir y cerrar de ojos se plantan en el área rival con opciones de chutar. En muchas ocasiones, la precipitación les lleva a cometer más errores de los deseados, pero en otras, cuando son capaces de tomarse un segundo de respiro, surgen de sus botas acciones de verdadero mérito. De hecho, en una de esos momentos de lucidez, Kabananga controló un balón en la frontal y soltó un disparo precioso y preciso que tras describir una bella parábola acabó en el fondo de las mallas (minuto 21).
El tanto animó al Astana a seguir practicando ese fútbol alegre y desprovisto de cualquier tipo de rigor táctico en el que el trabajo defensivo se vuelve una pesada obligación. De hecho, a lo largo de toda la primera parte, pero en especial a raíz del gol, el Villarreal encontró sumas facilidades para pisar área y generar peligro con rápidas combinaciones. Eso sí, el esperado y merecido gol del empate no llegó hasta el 39, gracias a una brillante combinación entre Carlos Bacca y Dani Raba que el joven debutante en Europa logró convertir en gol con la tranquilidad de un veterano.
Tras el empate, cambia el guión
Las tablas rebajaron la euforia de los de Stanimir Stoilov, que apenas un minuto antes habían estado muy cerca del 2-0 en otra acción inesperada y brillante firmada por el eléctico Twumasi, y reforzaron la moral de un submarino amarillo que pese a dar sensación de superioridad parecía abocado a llegar al descanso en desventaja.
Tras el paso por vestuarios, el Villarreal asumió que no le convenía un partido tan abierto y optó por dar un paso al frente y hacerse con el total dominio del esférico. Su valiente actitud, reforzada con la entrada en escena de Cédric Bakambu, pilló de imprevisto al Astana que, casi sin darse cuenta, se vio metido en su área y sin apenas opciones de hacer llegar el balón a sus imprevisibles atacantes.
Aunque en el fútbol nada debe darse por sentado, lo cierto es que el cambio de guión invitaba a pensar en que a poco que estuviesen acertados sus delanteros, el partido caería del lado groguet. Y así fue. En el 64, el recién entrado Bakambu aprovechó un balón en profundidad para batir a Eric, marcar el 1-2 y dejar el choque enfilado. El propio atacante congoleño, tras marrar dos disparos posteriores, acertó en el tercero a escasos 10 minutos del final y certificó una victoria que garantiza la presencia de su escuadra en los dieciseisavos de final de la Europa League como primera de grupo. Eso sí, a dos minutos del pitido final, el partido aún quiso premiar el esfuerzo de Twumasi y le brindó la oportunidad de firmar un buen gol que, aunque no logró modificar el sino del partido, si que sirvió para dar cierto color a los instantes finales y poner en valor el buen trabajo del desinhibido Astana.