El tricampeonato logrado por Gremio en la Copa Libertadores y la llegada de Independiente a la final de la Sudamericana exhumaron el recuerdo de lo que, se piensa, son las dos hazañas más grandes de la historia del fútbol, protagonizadas por estos dos grandes clubes sudamericanos. O, al menos, de lo que se tenga noticia. Son dos proezas fantásticas que vale la pena evocar. El 26 de noviembre de 2005, Gremio de Porto Alegre realizó un milagro futbolístico, similar al de Independiente en enero de 1978. Tanto que se escribió un libro (71 segundos. O jogo de uma vida) y se filmó una película sobre el hecho titulada Increíble, la batalla dos Aflitos (Dos Aflitos es el estadio de Náutico de Recife, donde se disputó el juego).
Fue en el Campeonato Brasileño de Serie B de ese año. El club tricolor había descendido por segunda vez en su historia en 2004 y estaba en dificultades financieras, no obstante su gente lo apoyó como nunca, llenando siempre el viejo estadio Olímpico, aún no demolido. Gremio, con 7 jugadores y habiendo soportado dos penales en contra, ganó 1-0 y se coronó campeón. En la B, tras una extensa campaña de 32 partidos se llegó a la última jornada de un cuadrangular final en el que Santa Cruz (también en Recife), recibía a Portuguesa de San Pablo y Náutico a Gremio. El actual campeón de América encabezaba el cuarteto con 9 puntos, seguido por San Cruz con 7, Náutico 6 y Portuguesa 5. Con un empate, Gremio aseguraba su vuelta a la Serie A sin esperar el otro resultado, dado que ascendían dos; en cambio con una victoria por cualquier resultado, subía Náutico. Dentro de un dramatismo absoluto, Náutico aparecía como favorito por ser local.
Se suscitaron incidentes de entrada y Gremio denunció agresiones de toda índole, desde hostilidades la noche anterior en el hotel hasta el momento mismo de llegar al estadio Dos Aflitos (De los Afligidos, en español). La prensa portoalegrense calificó como “clima de guerra” el preparado contra Gremio, de ahí el calificativo de batalla con que se recuerda el partido. Pasó de todo. El técnico gaúcho era Mano Menezes, quien más tarde dirigiría la Selección de Brasil. Y como arquero suplente alineó al entonces joven de 18 años Marcelo Grohe, quien recientemente descolló en la Libertadores haciendo paradas milagrosas frente a Barcelona y Lanús.
Náutico asumió el dominio del partido en el arranque mismo. Gremio jugó defensivamente, cuidaba el cero que lo devolvía a Primera. A los 31 minutos, el juez Djalma Beltrami, árbitro y coronel de la policía de Río de Janeiro, sancionó penal en favor de Náutico. Gremio reclamó, pero la decisión se mantuvo. Pateó el lateral Bruno Carvalho, la pelota dio en el poste derecho del arquero Galatto, recorrió toda el área hacia la izquierda y se fue por un costado. Se mantenía el empate. El juego se desarrollaba en medio de una tensión insoportable, con roces permanentes. En el segundo tiempo, a los 15 minutos, Beltrami expulsó al marcador de punta chileno Alejandro Escalona (ex Colo Colo que tuvo un breve paso por River) y Gremio quedó con diez. Hubo airadas protestas del equipo visitante por considerar que fue una decisión de una severidad extrema tras una falta simple.
Náutico, volcado desesperadamente al ataque para conseguir el gol que le diera el ascenso, fallaba una posibilidad tras otra. Hasta que a los 35’ se suscitó una acción que desató un escándalo de proporciones. Ante un centro desde la izquierda, la bola pegó en un codo del volante gaúcho Nunes y Beltrami volvió a dar penal para Náutico. Todo Gremio explotó, aduciendo que Nunes tenía el brazo pegado al cuerpo y que de ningún modo quiso jugar el balón con la mano. Se armó una batahola gigante, los jugadores gremistas, totalmente descontrolados, acorralaron al referí, lo empujaron, y este sacó tres rojas más: afuera el volante Nunes y los defensores Patricio y Domingos. Parte de la parcialidad de Gremio, indignada, invadió el campo y el juego estuvo detenido 25 minutos. Hubo desmanes de todo tipo. Hasta los directivos de ambos clubes entraron al terreno. Gremio amenazó retirar el equipo ante lo que consideraba un robo; alguien esgrimió que se exponían a una sanción severísima.
–Ustedes todavía no perdieron, tienen que dejar patear el penal–, exhortaba el árbitro a los más exaltados. Con gran esfuerzo de las fuerzas de seguridad, se despejó el terreno y se pudo continuar con la ejecución de la pena máxima, con 11 hombres de Náutico frente a 7 de Gremio. Ademar, lateral izquierdo, ejecutó el penal y el arquero Galatto atajó el remate. Asombro total en el estadio y en los televidentes de todo Brasil que miraban el partido. Seguía 0-0 pese a todo. Pero 71 segundos después vendría lo mejor. Tras detener el disparo de Ademar, Galatto sacó rápido para el juvenil Anderson, de 17 años, recién ingresado. El mismo que luego triunfaría en el Manchester United de Alex Ferguson y que fuera compañero de Antonio Valencia. Anderson hizo una pared con Marcelo Costa, recibió la devolución, encaró y el zaguero Batata le hizo falta. El infractor ya estaba amonestado, por lo que Beltrami le mostró una segunda amarilla y se fue expulsado. Marcelo Costa tocó rápido para Anderson que se fue solo contra tres, los eludió en brillante acción personal, esquivó al arquero y convirtió. Increíble: 7 contra 10 y Gremio anotó un gol.
“Nunca vi coisa igual, nunca vi coisa igual…”, gritaba en la cabina el famoso comentarista brasileño Ruy Carlos Ostermann, al micrófono de radio Gaúcha. No encontraba palabras para describir lo que no había visto en 48 años de cronista deportivo.
El resto puede imaginarse. Pese al sorpresivo gol, por el tiempo que había estado interrumpido el juego, faltaban todavía 24 minutos para disputarse y Gremio estaba con tres hombres menos. Ese gol no le garantizaba nada. Los siete se ubicaron prácticamente en su área chica y, en una defensa heroica, llegaron al final con su arco imbatido, terminaron ganando 1 a 0, fueron campeones y lograron el ascenso. El hecho tuvo enorme repercusión en Brasil, aunque muy poca afuera, por tratarse de la segunda división, pero fue en Brasil, y uno de los contendientes era Gremio…
Desde aquel día en que los torcedores gremistas pasaron de la ilusión a la rabia, de la rabia al llanto y del llanto al orgullo máximo, miles van al estadio con una faja en el pecho que reza simplemente “26/11”, la fecha gloriosa. Eso dice todo. Es uno de los momentos cumbre en la vida del club, tanto como el de las tres finales de Libertadores ganadas. O como el de la Copa Intercontinental frente al Hamburgo. Hay grandes similitudes en los sucesos entre ese Náutico 0, Gremio 1 y la epopeya de Independiente frente a Talleres en Córdoba. Pero esa la contaremos en la próxima columna…
Hay grandes similitudes en los sucesos entre ese Náutico 0, Gremio 1 y la epopeya de Independiente frente a Talleres en Córdoba. Pero esa la contaremos en la próxima columna…
(O)