Jürgen Klopp ha vuelto a tomar por asalto la Champions League. El técnico alemán está a dos pasos de regresar a la final del torneo europeo. Así como lo hizo con el Borussia Dortmund en el 2013, hoy Klopp puede volver a realizar una hazaña heroica y otorgarle la gloria al Liverpool tras 11 años de lamentos. El estratega, que hace de los menospreciados candidatos al título, acapara nuevamente la atención al mando de un equipo no favorito.
Acostumbrado siempre a combatir, Jürgen Klopp peleó durante toda su carrera con sus limitaciones como futbolista en el Mainz 05. Tras once años jugando en la segunda división como defensa y delantero, se jubiló a los 34. Su polifuncionalidad, eufemismo para solapar sus limitaciones, hicieron que fallara goles a la par que los evitaba. Sus condiciones le permitían brindar alegrías como delantero o evitarlas como defensa. Luego del retiro asumió inmediatamente la dirección técnica del club. El histórico futbolista, convertido ahora en entrenador, tras una epopeya digna de un poema de Homero consiguió el mítico ascenso a la Bundesliga. Primera batalla ganada con un equipo que había deambulando 27 temporadas en la segunda división alemana.
Con barba de náufrago, mirada severa y cabello alborotado, Klopp se resiste a respaldar su trabajo en la billetera. Autodenominado como 'The Normal One', el estratega fue contundente desde el primer día en el Liverpool. Instó en su primera conferencia a sus jugadores a pasar de "incrédulos a creyentes". Los fanáticos del gigante venido a menos tomaron la palabra con el golpe propio de las verdades sin filtro. Dolorosa pero real. Hace más de 11 años que no oyen el himno de la Champions League en una final.
Klopp, cristiano protestante y fiel creyente, ha logrado hazañas propias de un film de Spielberg. Toma al menospreciado y lo convierte en héroe. Tal como lo hiciera con el Borussia Dortmund, club con el que llegó a la final de la Champions tras 16 años de ausencia. O el Liverpool, equipo que puede volver a una final luego de 11 temporadas.
Klopp en Liverpool. (Foto: AFP)
“A mí me gusta el heavy metal, me gusta la música bien fuerte”, recitó Klopp, en una de sus frases más recordadas, antes de un duelo contra el Arsenal de Wenger. Particular manera de definir su estilo de juego. Directo y punzante, siempre hacia adelante. La posesión del balón no es algo que le importe al alemán. No se desvive por ser Guardiola o ganar con un 80% de tenencia del balón. Aquel partido culminó empatado a tres goles y en dos oportunidades estuvo al frente el equipo de la ciudad que vio nacer a The Beatles.
Resulta curiosa la situación deportiva de Klopp. El alemán pertenece a esa especie que no triunfa con el balón en los pies, pero sí en los ajenos. Mejor entrenador que futbolista, el técnico que "no solo quiere ganar; ¡también quiero sentir!", se catapulta como el próximo estratega de primer orden.
En el fútbol se tiene que ser valiente para aspirar a tener calidad cuando los millones no abundan. Y más cuando se toma un equipo que no es candidato y se busca llegar a una final de Champions League. Jürgen Klopp está a dos pasos de hacer, nuevamente, con poco demasiado.