La visita a Getafe del Barcelona volvió a poner de manifiesto las carencias que está mostrando en este inicio de curso el conjunto que dirige Ernesto Valverde. La diferencia fue que, en esta ocasión, un respiro de alivio recorrió sus rostros con el pitido final.
Sin Jordi Alba en el lateral izquierdo, Valverde apostó de nuevo por Júnior Firpo. El dominicano, desde el principio, lo pasó mal. No pudo con su principal marcador, Jason, ni con el uruguayo Damián Suárez, que le ganó la partida en todas las incursiones atacantes que intentó hacer. De hecho, seis de las siete faltas de su equipo en la primera parte fueron suyas.
La fragilidad defensiva que mostró el Barcelona por su costado izquierdo fue un arma que intentó aprovechar el Getafe, que durante muchos minutos intentó volcar su juego por esa zona ante la atenta mirada de Valverde, que, de brazos cruzados en su área técnica, presenció cómo su equipo se desangraba en la primera parte.
La suerte y el acierto de Ter Stegen hicieron que el Barcelona no encajara en la primera parte. Suerte porque hubo jugadas muy claras de ataque que terminaron en un último pase malo de los jugadores azulones y acierto del portero alemán porque una parada salvadora a Ángel, a los 21 minutos, impidió el gol de los locales.
Un gol de fe de Luis Suárez antes del descanso, tras una jugada que pilló de sorpresa a la zaga azulona, y otro de Junior Firpo nada más regresar de vestuarios tras aprovechar un balón muerto dejado por David Soria, valieron al Barcelona para respirar y encarrilar un triunfo balsámico.
A la quinta fue la vencida para el Barcelona esta temporada. Las otras cuatro salidas se saldaron con derrotas frente a Athletic y Granada y empates contra Osasuna y Borussia Dortmund.
En algunos casos, la imagen dada dolió más que la propia derrota, cimentada por un cúmulo de errores, un juego previsible y una intensidad inferior a la de sus rivales.
Sin Messi y Jordi Alba, y también sin su joven revelación, Ansu Fati, el Barcelona dio durante muchos minutos la imagen de un equipo vulgar en Getafe. Uno de los jugadores llamados a dar un paso al frente en el Coliseum era Ousmane Dembélé, pero el francés se cayó de la lista en el último momento por unas molestias musculares.
Su sustituto fue Carles Pérez, que comenzó el partido bien, gozó de una ocasión clara para marcar que se fabricó el mismo y participó en el segundo gol con el disparo que David Soria no acertó a despejar bien y dejó muerto en el área para que lo aprovechara Junior.
La verticalidad de Carles Pérez en ataque contrastó con las sombras que transmitió Antoine Griezmann, que estuvo poco participativo y su actuación, rayando lo correcto, estuvo muy lejos, una vez más, de lo desequilibrante que era para el Atlético.
Con el pitido final, el Barcelona respiró. Tres puntos balsámicos que le dan tregua hasta el siguiente partido, el de Liga de Campeones contra el Inter. De nuevo en juego tres puntos y sobre todo la obligación de mejorar la imagen.