24/04/2024

Jorge Barraza: Octubre nos ha dado tanto...

Martes 08 de Octubre del 2019

Jorge Barraza: Octubre nos ha dado tanto...

El verdadero amante del fútbol celebra íntimamente cuando aparece una joya nueva. Tiene, en esos casos, la amplitud y generosidad que no exhibe en otros aspectos de su hinchismo.

El verdadero amante del fútbol celebra íntimamente cuando aparece una joya nueva. Tiene, en esos casos, la amplitud y generosidad que no exhibe en otros aspectos de su hinchismo.

Buenos Aires -

Fue hace cuarenta y seis días. Iban 78 minutos del juego Barcelona-Betis cuando el cuarto árbitro levantó la chapa anunciando un cambio: sale Carles Pérez y entra Ansu Fati, un chico morenito de 16 años. Un cosquilleo que encerraba varias sensaciones recorrió la mente y el cuerpo de millones que mirábamos el partido: asombro, alegría, ilusión. Asombro porque un muchachito con cara angelical esté debutando a esa edad en el Barcelona (¡nada menos…!), alegría por ser testigos contemporáneos, ilusión de que confirme su promesa de crack. Ansu dibujó varias gambetas y fintas que convirtieron la noche en día, la adustez en sonrisas, el pesimismo en esperanza. Una pregunta recorrió el cielo del fútbol: ¿ha surgido un fenómeno? Lo seguro es que los 79.160 espectadores ya están pensando “yo estuve ahí”.

Seis días después, en tierra vasca, el Barsa perdía ante el Osasuna y jugaba horrendamente mal. Ansu tuvo una segunda oportunidad, entró en el segundo tiempo y a los cinco minutos de estar en campo un impulso divino lo elevó por sobre los demás jugadores y metió un cabezazo precioso, técnicamente perfecto. Gol. ¡Gol del niño maravilla…! El futbolista más joven en anotar un gol en los 120 años del Fútbol Club Barcelona. No es poco.

En apenas instantes se reveló mejor que los demás, valuados en decenas, cientos de millones. Especialmente porque entró y apagó el incendio. Y todo con un aplomo, una serenidad y naturalidad increíbles. Festejó como quien lleva 400 goles en Primera. Sólo los elegidos aprovechan tan integralmente estas oportunidades. Son minutitos apenas, y hay que poseer ese ángel, esa estrella para deslumbrar en una sola pelota que llega, con suerte dos.

Dos semanas después, ante el Valencia, desató su furia creativa. Abrió el marcador al minuto 2 con un golazo y sirvió el segundo a los 7’. El Camp Nou estalló alborozado. Tiene el aura y la peculiaridad de los predestinados: cada vez que toca la bola levanta al público de sus asientos. La gente sabe intuir cuando está en presencia de algo diferente. En un plantel plagado de estrellas, la que más iluminó fue la de un adolescente caído como un meteorito. Nadie lo tenía. Y no hace falta verle el documento, la cara atestigua su pubertad. Es un nene.

El verdadero amante del fútbol celebra íntimamente cuando aparece una joya nueva. Tiene, en esos casos, la amplitud y generosidad que no exhibe en otros aspectos de su hinchismo. Cuando se advierte que ha nacido un auténtico crack, la alegría es general, sea del club que fuere. Imaginamos que, cuando Iván Kaviedes asomó en Emelec, la nación futbolera en general dio la bienvenida a su talento más allá de las camisetas.

Guinea-Bisáu es un puntito en el extremo occidental del inmenso mapa de África, un paisito, apenas superado en diminutez dentro del vecindario por Gambia, que es una tirita metida dentro de Senegal. Allí, en la excolonia portuguesa nació Anssumane Fati Vieira. A sus seis años, su padre logró la proeza de trasladar a toda la familia a España, a uno de esos deliciosos pueblitos de viejos e inmigrantes, distante una hora de Sevilla. Y a los 10 ya estaba en las inferiores del Barsa. Esta irrupción fenomenal les ha cambiado la vida. El club lo ha blindado por 100 millones de euros y le ha hecho un contrato acorde hasta 2022, ampliable hasta 2024.

Hace unos días, el Consejo de Ministros español, en trámite sumarísimo, le otorgó la ciudadanía española y de inmediato se inició el febril papeleo para que Ansu represente a la Selección Española. Se había hablado de incluirlo en la Sub-17, quizás en la Sub-21, pero irá directamente a la mayor. El nuevo entrenador hispano, Robert Moreno, lo incluyó en la prelista para enfrentar este sábado a Noruega por la eliminatoria de la Eurocopa, pero no hicieron a tiempo con los trámites legales. Quieren hacerlo jugar ya, ante el peligro de que pudiera birlárselo Portugal, pues también en la patria de Cristiano Ronaldo querían darle la nacionalidad y gozar de sus servicios. Si ratifica todo lo que se espera de él, España disfrutaría de este Fórmula Uno por quince años mínimo.

Y llegaron las primeras portadas de los diarios. L’Equipe, de Francia, inauguró con él una serie titulada “Los prodigios del fútbol europeo”. Y los primeros elogios grandes: “Es un jugador con unas condiciones tremendas y con una sorprendente madurez. Encara y frena cuando tiene que hacerlo -comentó Jorge Valdano en Radio Marca-. Me parece admirable esa facilidad que tiene para mezclar la calma con la explosividad”.

Es la maravilla del genio, abrevia los tiempos, abre todas las puertas. Bori, su papá, era basurero municipal en Herrera, el pueblo donde vivían. Ahora no trabaja más; él, su esposa y sus cinco hijos no vivirán la vida del resto de los refugiados africanos. “Toca como un interior, dribla como un extremo, asiste como un mediapunta y remata como un delantero centro”, dice Jaume Marcet, periodista de Barça TV que conoce como ningún otro el universo de La Masía, la escuela formativa azulgrana. “No tengo ninguna duda de que logrará lo que se proponga, es un asesino del área, uno de mis reyes, tiene madera de campeón”, confirma Víctor Valdés, el exarquero que lo tuvo fugazmente en el Juvenil A. “Hoy ya me puedo morir tranquilo, si muero ya no pasa nada, mi hijo ha debutado en el Barcelona“, se emocionó Bori en los micrófonos de Carrusel Deportivo la tarde mágica ante el Betis. A diferencia de nuestras costumbres sudamericanas, en España no es usual mandar a la cancha a un chico de 16 años, los sacan más horneados. Muchos se estrenan a los 21 ó 22. Pero los prodigios se saltan reglas y estándares. Y Ansu se saltó también el Barsa “B”, un paso obligado para todo jugador azulgrana. Hasta Messi debió pasar por ese filtro. Pero una vez visto su potencial, Ernesto Valverde lo designó jugador del primer equipo y ya no bajó más.

Ansu es una flor de octubre, que debiera ser declarado el mes universal del fútbol. Nació el día 31, tal vez por eso lleva ese número en la espalda. Octubre le ha regalado al fútbol veinte, acaso treinta piedras preciosas de las más fulgurantes: Pelé, Maradona, Garrincha, Bobby Charlton, Didí, Yashin, Sívori, Gento, Juan Eduardo Hohberg, Elías Figueroa, Perfumo, Pinino Mas, Paulo Roberto Falcao, Van Basten, Valdano (en su multifácetica condición de jugador, entrenador y escritor brillante), Burruchaga, George Weah (único africano Balón de Oro), Zlatan Ibrahimovic, Trezeguet, Wayne Rooney, tantísimos más. Tal vez hoy mismo esté naciendo un portento nuevo. (O)

Ansu Fati, del Barcelona, es una flor de octubre, que debiera ser declarado el mes universal del fútbol. Nació el día 31, tal vez por eso lleva ese número en la espalda. Tiene furia creativa".

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