El triunfo le da el liderato del grupo y prácticamente acerca a los azulgrana a la siguiente ronda, aunque su fútbol deja muchas dudas, tanto en la creación como en la zona defensiva. De nuevo Marc André ter Stegen fue determinante con sus actuaciones en el primer tiempo.
Salió el Barcelona sabiendo cómo era el rival, un equipo físico, correoso y con mucha presencia. Ante ello, Valverde dispuso una línea de presión muy adelantada con la que el tridente Messi, Suárez y Griezmann muy activo.
Sorprendieron los azulgrana y sacaron prácticamente rédito en la primera acción que tuvieron. Un robo de Messi, una combinación con Arthur Melo, la devolución de éste sobre Leo y un remate de primeras en el minuto 3 que puso por delante al Barça (0-1).
Con todos los problemas que habían tenido últimamente los azulgrana como visitantes en Europa, parecía que Valverde había dado con la tecla. Su equipo estaba conectado y dominaba la situación ante un desconocido Slavia, que no sabia por donde hincar el diente a los catalanes.
Pero como tantas veces, el Barcelona permitió crecer al rival. Su medio campo desapareció, sus delanteros no tenían presencia y el partido se convirtió en un ir y venir, en el escenario ideal para el rocoso equipo centroeuropeo, el conjunto que más kilómetros acumulaba en las piernas de sus futbolistas después de los dos primeros partido.
Boril, en el minuto 20, puso por primera vez a prueba a Ter Stegen, que como otra veces fuera de casa, volvió a ser determinante y, en ataque, el Barcelona solo ofrecía las proyecciones por la derecha de Semedo.
Antes de la media hora, los azulgrana apuntaron con dos remates (Lenglet y Suárez) y hasta el descanso, las mejores opciones fueron para el equipo de Jindrich Trpisovsky, que nervioso, y con una gorrita a lo Jurgen Klopp, se movía incansable en la banda.
Ter Stegen se vistió de salvador con dos intervenciones prácticamente consecutivas, la primera tras un remate cercano de Masopust, la segunda después de un disparo del nigeriano Olayinka.
Los errores en la medular, donde no lucieron ni Arthur ni De Jong; en defensa, especialmente por parte de Piqué, y la inacción de Griezmann fueron una losa para los barcelonistas que aun vieron cómo Masopust tuvo el empate en el último suspiro del primer tiempo.
La inercia del partido invitaba al empate y el Slavia tardó cinco minutos del segundo tiempo para conseguirlo tras una acción en la que el carrilero Boril tuvo más decisión que la pareja de centrales barcelonistas (1-1, min. 50).
Aun Stanciu, en el 54, pudo adelantar a su equipo. Esa acción despertó al Barcelona que tuvo la fortuna de marcar el segundo prácticamente en la siguiente acción que tuvo, una jugada con algo de fortuna en la que Messi sirvió una falta y el balón lo desvió Suárez y posteriormente Olayinka (1-2. min. 57).
Pero el exceso de testosterona, insuflada desde la grada, perjudicó a los checos, que perdieron el control, y el Barcelona empezó a sentirse cada vez más cómodo. La aparición en escena de Messi fue determinante. El diez azulgrana no acertó en el 68, como tampoco Suárez, en una acción solo ante el meta Kolar.
La puntilla del partido la tuvo Messi que falló seguramente uno de los goles más fáciles de su carrera en el 75 y en los minutos finales, sin Busquets -lesionado- con Dembélé -que entró por Griezmann- y con Arturo Vidal, el partido enloqueció.
Estuvo mucho más cerca el empate el Sparta que el tercero del Barcelona en alguna contra. Desesperado Valverde en la banda comprobó cómo su equipo le daba vidas extras a un rival valiente, que seguramente mereció más, y que dejó escapar una gran ocasión para derrotar al todopoderoso representante español.
La victoria de los azulgrana, un triunfo nada lucido, les permite auparse al liderato del grupo y poner un pie en la siguiente fase. Otra cosa es el juego.