Desde la llegada del preparador portugués en sustitución de Mauricio Pochettino, el Tottenham había ganado cuatro de los últimos cinco encuentros. Superó al West Ham, al Bournemouth y después cayó contra el Manchester United. Pero se rehizo de este revés con las victorias contra el Burnley y el Wolverhampton.
No se le dan bien los reencuentros a Mourinho que encajó su segundo revés ante otro exequipo. Primero fue contra el United. Ahora frente al Chelsea, al que entrenó durante cuatro años y medio repartidos en dos etapas.
Fue Willian el hombre del partido. El brasileño firmó los dos tantos que los blues firmaron en el Tottenham Stadium. El primero un gran gol. A los doce minutos. Situado en la banda izquierda recibió el balón del croata Mateo Kovacic. Se hizo espacio, buscó ángulo, se adentró en el área y ejecutó un gran disparo hacia el palo opuesto del portero argentino Paulo Gazzaniga que nada pudo hacer.
El Tottenham intentó reaccionar. No tuvo puntería y su situación se afeó al borde del descanso cuando el español Marcos Alonso fue arrollado dentro del área por Gazzaniga. Willian no falló desde los once metros y puso el marcador en 0-2.
Mourinho recurrió al danés Christian Eriksen en el descanso. Suplente, ocupó el lugar de Erik Dier para dar otro aire al partido. Nada cambió a mejor. Todo lo contrario. El equipo local se quedó con diez jugadores porque el coreano Son Heung-min fue expulsado por lanzar una patada desde el suelo a Antonio Rudiger.
Las opciones del Tottenham decayeron aún más. A falta de un cuarto de hora Tanguy Ndombele y Danny Rose ocuparon el lugar de Lucas y Jan Vertonghen, respectivamente.
Al final, el conjunto de Frank Lampard, estancado tras sus derrotas contra el Everton y el Bournemouth, recuperó el pulso en la competición y se afianzó en la cuarta plaza, en zona de Liga de Campeones de la que se aleja el Tottenham, fuera de los puestos europeos.