OSAKA.- Con la designación del sueco Jonas Eriksson para dirigir el partido de las semifinales entre River y Sanfrecce Hiroshima, en el Mundial de Clubes, el recuerdo vuela a aquella agónica victoria 1-0 de la Argentina frente a Suiza, por los octavos de final, del Mundial de Brasil 2014. También la memoria se direcciona a la condición de millonario, status que alcanzó después de participar en el desarrollo de una empresa de derechos deportivos. Pero la relación entre el árbitro internacional y la Argentina tiene un capítulo que es una rareza histórica: sancionó el primer penal que Lionel Messi falló en la selección. Fue en un encuentro amistoso, el 15 de agosto de 2012, tras una falta de Zieler sobre José Sosa y ante Alemania. La Pulga se enfrentó al recién ingresado Ter Stegen, actual compañero en Barcelona, tras la expulsión del N° 1 titular, pero su remate fue contenido por el arquero alemán; la Argentina se impuso por 3-1. Su primera vez con la selección fue el 11 de febrero de 2009, cuando el equipo que dirigía Diego Maradona superó 2-0 a Francia, en Marsella, con goles de Jonás Gutiérrez y Lionel Messi. Leo y el Kun Agüero recibieron una amonestación de parte del sueco.
Eriksson comenzó su carrera arbitral en 1994 y seis años después accedió a la Primera División de Suecia. Los torneos juveniles como la Eurocopa Sub 17, de Dinamarca, en 2002, año en que empezó su trayectoria internacional, y algunos partidos de la Eurocopa Sub 21, de 2006/2007, en los Países Bajos, daban cuenta de su proyección. El 12 de octubre de 2006, en el estadio Santiago Bernabeu, tuvo su bautismo en la Copa de Campeones, en el partido que Real Madrid venció 3-0 a Zenit, de Rusia, y, un año después fue elegido por la FIFA para el Seminario de Árbitros de Primer Nivel, evento que se realizó en Roma del 5 al 9 de febrero.
Pero el currículum de Eriksson también tiene sus puntos polémicos. Su designación para el cotejo con Suiza, en la Copa del Mundo del año pasado causó revuelo, ya que la Argentina objetó el nombramiento del uzbeko Irmatov y la responsabilidad recayó sobre Eriksson, quien tampoco fue visto con agrado por la delegación nacional. Por entonces, el actual dirigente cordobés del PRO y referente del referato Héctor Baldassi fustigó a Joseph Blatter y Massimo Busacca (responsable de árbitro de la FIFA): "El árbitro es un sueco. ¡Qué raro! un juez de la UEFA para dirigir un partido donde jugará una selección de esa confederación", planteó.
En aquél partido con Suiza, la Argentina jugó mal pero igual ganó, pese a que sufrió mucho por el tiempo adicionado por Eriksson, más de cinco minutos. En ese tiempo se produjo la jugada que detuvo por unas milésimas de segundos los corazones albicelestes: falta de Ezequiel Garay en la medialuna del área grande y tiro libre para Shaqiri. Los demonios se cruzaron en las mentes, pero el balón quedó envuelto en la barrera y el pitazo final trajo el alivio y el desahogo.
Meses antes, el chileno Manuel Pellegrini fue quien le apuntó con dureza. El técnico de Manchester City culpó al árbitro de la caída 2-0 ante Barcelona, en el partido disputado en Inglaterra, por los octavos de final de la Liga de Campeones. La polémica se desató al comienzo de la segunda parte, cuando Messi fue derribado en el límite del área y Eriksson cobró penal, cuando la infracción había sido fuera del área. Pellegrini no sólo se quejó de la acción de Messi, que también conllevó la expulsión de Demichelis, sino que alegó que la jugada se originó con una falta de un futbolista de Barcelona a Jesús Navas que Eriksson no señaló. "El árbitro ha decidido el partido. Primero hubo una falta a Navas que todos vimos a tres metros. (El árbitro) Ha sido parcial, ha decidido el partido con esa falta y con el penal fuera del área", manifestó Pellegrini en rueda de prensa.
El deporte siempre estuvo relacionado con Eriksson, que fue futbolista y el arbitraje lo toma como un hobby. Su posición económica podría hacerlo desistir de tener que lidiar con jugadores embusteros, técnicos protestones e hinchas irascibles. En 2005, decidió comprar un 15% de los derechos globales de IEC in Sports, empresa dedicada a comercializar derechos deportivos con oficinas en Europa, Oriente Medio, Asia y Oceanía. Tres años después, IEC fue adquirida y el sueco embolsó alrededor de 10 millones de euros. Con los resultados a la vista, la decisión más trascendente de su vida la tomó fuera de una cancha.
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