En un recorrido por las carreteras principales de Qatar emergen de manera recurrente y cercana ocho colosos que serán los protagonistas de la Copa del Mundo. Sí, son los estadios mundialistas que se erigen como una muestra de innovación tecnología, arquitectónica y hasta sustentabilidad. Y en dos de ellos hubo manos mexicanas involucradas.
En un país tan pequeño como Qatar, con apenas 11 mil 586 kilómetros de superficie –100 kilómetros menos que Querétaro, que tiene 11 mil 684– la cercanía entre todos los estadios es evidente con recorridos de 20 minutos en promedio entre cada uno. De todos ellos, el majestuoso Lusail, sede de la gran Final y el de mayor aforo (80 mil lugares), y el Áhmad Bin Ali tuvieron a un grupo de mexicanos laborando en sus fachadas.
Un premio a la perseverancia
El despacho mexicano Dunn LWA –especializado en la arquitectura textil o ligera– soñaba con participar en algún proyecto de la Copa del Mundo. Por eso después de probar su valía en trabajos dentro del país, como en el Akron de Chivas, se sintieron con la confianza de solicitar una oportunidad para el Mundial de Brasil 2014. Pero no, aún no era el momento. Había que esperar un poco más.
“Nosotros siempre tuvimos el sueño de participar en un evento de este tamaño; intentamos llegar para la Copa del Mundo de Brasil, éramos muy jóvenes y no estábamos preparados para el reto, hicimos lo mismo para Rusia y en ese momento la FIFA nos dijo que estábamos haciendo un buen trabajo, y que nos iban a tomar en cuenta para Qatar. Concursamos para seis estadios, competimos con las mejores empresas del mundo, y reunimos los requisitos para participar en dos estadios”, relata Javier Rattia, director comercial de Dunn, en entrevista a MILENIO-La Afición.
“Fue un reto para ellos, no querían pasar las crisis de otros países que cercana a la fecha de la inauguración, aún tienen los estadios en obras. Qatar se cubrió para no solo hacer los estadios, sino toda la infraestructura; hicieron aeropuerto nuevo, ciudades nuevas. Cada 15 días que estábamos yendo para allá, había un edificio nuevo, una calle nueva, un centro comercial nuevo, así que construyeron un país para que estuviera listo en el 2020 y en los últimos dos años solo irlo puliendo en su operación”, agrega Andrés Villaseñor, general manager de la empresa mexicana.
En cada uno de los dos estadios, los métodos empleados fueron diferentes, así como el desafío de trabajar de la mano de los mejores despachos de diseño arquitectónico; al final, la comunicación fluyó de la mejor manera y tanto el Lusail, que representa una copa de té, y el Áhmad Bin Ali, que evoca a las dunas de desierto, cumplieron con la idea que se planteó desde un principio.
¿Una realidad diferente?
Y justo en la construcción de los estadios mundialistas fue donde Qatar encendió las alarmas. Reportes de diferentes medios internacionales afirmaron que hubo centenas de trabajadores muertos debido a las altas temperaturas; desde ese momento se le reprocharon las condiciones de laborales y de derechos humanos de los obreros, y quedó al mismo tiempo estigmatizado.
Andrés cuenta que al menos en el tiempo que estuvieron trabajando –aproximadamente tres años con un grupo que alcanzó hasta las 60 personas– nunca observaron esa explotación que tanto se ha pregonado; al contrario, los integrantes de Dunn quedaron asombrados la disciplina laboral que prevaleció.
“Qatar fue muy estricto. De por sí tuvo mala fama o le quisieron hacer un poco de guerra sucia por el tema del maltrato a los trabajadores y la realidad es que nosotros que estuvimos trabajando ahí nos tocó ver todo lo contrario, porque hubo un trato perfecto. Fue un tema de seguridad sumamente estricto de cumples la norma o no la cumples. Nos ponían, por ejemplo, horarios de máximo dos horas en tiempos de verano en exposición al sol y si un trabajador, en lugar de estar esas dos horas, se pasaba cinco minutos, al día siguiente se le castigaba con el trabajo y al día siguiente se le descontaban esos minutos.
“Temas de horas adicionales eran totalmente prohibidas porque cuidaron mucho a los trabajadores en ese sentido, fue muy interesante de trabajar de esa manera, porque nosotros estamos acostumbrados a trabajar 10-12 horas en un día y después ir campechaneando en los periodos de descanso, pero aquí era inviable; siempre se buscó la seguridad social, física y mental del trabajador; igual tenían unos campamentos donde ellos vivían con todas las amenidades para que en los seis meses no tuvieran ningún problema de adaptación”.
Y Javier lo complementa: “Las temperaturas son muy extremas en verano, por arriba de los 50 grados, así que se ajustaban los horarios para trabajar de noche hasta la madrugada, y que los trabajadores no estuvieran expuestos directamente al sol; y en el invierno y otoño son muy agradables las temperaturas y es donde se aprovechó el tiempo para hacer la mayoría de la obra civil y la fuerte. Era la modernización de todo un país”.
Qatar muestra el camino
Los ocho estadios mundialistas serán modificados después de que termine el torneo. En el caso del Áhmad Bin Ali, justo en la fachada en la que trabajaron los mexicanos se removerá y desaparecerá por completo, algo que no incomoda a los integrantes de Dunn, pues vislumbran que será el futuro de las construcciones que anhelan la sustentabilidad.
“Lo veo muy bien, yo creo que ese es el futuro de la arquitectura deportiva; creo que el hecho de hacer grandes obras no tiene que estar peleado con lo sustentable. En lo personal lo veo muy bien porque no se está desechando el trabajo, se está reinventando y aprovechando en otras cosas; es la tendencia mundial a la que nos debemos adaptar todos”, finaliza Javier Rattia.
Sí, este grupo de mexicanos que ya estuvo en la construcción de dos de los estadios mundialistas, ahora fijan la mirada en su nuevo proyecto: la remodelación del Santiago Bernabéu del Real Madrid.
EL PERFIL
Dunn LWA
Despacho arquitectónico
Trabajos relevantes:
-Estadio Akron
-Estadio Harp Helú
-Estadio Cuauhtémoc
-Estadio Mazatlán
-Yankee Stadium
MGC