ANÁLISIS: Los peligros del nuevo Messi: ¿qué Lío enfrentaremos cuando Perú y Argentina se vean las caras en dos meses?
En las entrañas del equipo rosado, que hoy está en los ojos del mundo, y en medio de la revolución que ha causado el advenimiento de Leo al fútbol norteamericano, hay dos juveniles con raíces peruanas que sueñan con algún día vestir la Bicolor.
El primero es Luciano Pena. Nació en El Paso, Texas, en 2010, y juega de lateral o extremo por izquierda. Su madre, Maricarmen, es una valiente peruana que llegó a Estados Unidos hace casi 20 años en busca de nuevos rumbos, una nueva vida.
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Cuando se mudaron a Miami, Luciano tenía cuatro años. Aprendió a amar el fútbol por esas tardes en la que disfrutaba pateando un balón junto a su padre David y por las veces que miraba con admiración los videos de su tío Vladimir Casapia jugando.
“En Miami empezó en la academia del Barcelona. En 2019, Inter Miami hace pruebas masivas, pero la última categoría era 2009, un año más que Luciano. Sin embargo, un scout del club lo invitó al último día de pruebas”, nos cuenta Maricarmen.
La pandemia del coronavirus frenó los planes. Pero en 2021 se reanudó, cuando deciden unirlo a sus filas. “El club es de primer nivel, lo ha sido desde el inicio”, afirma David antes de contarnos que todos los juveniles pasan tres pruebas al año para medir el crecimiento de los jugadores.
“Te dicen cómo estás mental, física y técnicamente. En la última evaluación deciden si renuevas o no. A mi hijo le ha ido muy bien, le han dicho cosas buenas”, añade Maricarmen.
El ídolo de Luciano es Messi. Y su llegada a Miami lo llenó de emoción. Cuenta los días para poder conocer a su superhéroe, tenerlo cerca, pedirle una foto. Pero también tiene otro sueño: jugar por la selección. Hace unas semanas un scout externo que trabaja con la Federación Peruana de Fútbol lo contactó. Es cuestión de tiempo para que se haga realidad.
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Al lado de Messi
El fútbol corre por las venas de Gabriel Alonso. Su padre, Pablo, es argentino y jugó en la segunda división de su país antes de llegar a Estados Unidos por un mejor futuro. Su madre, Estrella, es peruana. Y él nunca pidió un juguete como regalo. “Quiero un balón”, le decía a su papá mientras lo acompañaba a sus partidos.
Gabriel nació en 2007 y llegó al Inter Miami en 2019. “Nosotros vivimos a casi una hora del centro de entrenamiento. Él se levanta a las cinco de la mañana, mi esposa lo lleva hasta la estación del tren y él va a sus entrenamientos. Tiene que caminar media hora más. Y así, todos los días. Es un esfuerzo que hace y que me llena de orgullo porque demuestra qué es lo que quiere”, nos cuenta Pablo.
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El único heredero de la familia Alonso Ampuero casi siempre fue volante, aunque ahora se desempeña como lateral por izquierda. “Se lesionaron los dos laterales y el entrenador lo probó ahí. Lo hizo muy bien y me dijeron que le veían mucho potencial en esa posición por su buen control de balón, su salida clara desde el fondo y su visión de juego”, añade Pablo.
El ídolo de Gabriel, como el de Luciano y el de millones de niños en el mundo, es Lionel Messi. Pero su referente, en su nueva posición, siempre fue el español Jordi Alba. Y hace unos días cumplió el sueño de ver de cerca –y vistiendo los mismos colores que él– a dos megacracks a los que hasta hace poco solo los podía admirar a través de un televisor. La Sub 17 trabaja en el mismo centro de entrenamiento en el que lo hacen las estrellas del club de David Bekcham aunque en campos diferentes.
“Ya empezó la pretemporada con la Sub 17, pero el club tiene previsto, si todo va bien, que suba a la reserva. Y esa es una gran noticia porque el equipo de reserva entrena siempre con el primer equipo. Entonces podrá estar al lado de Leo y Jordi”, cuenta con emoción su padre.
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La federación también tiene en su universo de jugadores a Gabriel, aunque aún no lo ha convocado para algún microciclo hasta el momento. Aunque ya cumplió un gran sueño: ver de cerca a Messi, Alba y compañía.