Para empezar, debe quedar algo claro: tener mayor o menor cariño por un futbolista de la bicolor es algo que Sergio Peña no puede controlar. El sentimiento es subjetivo, no es tangible, y depende mucho de lo que el hincha vea de un jugador en la cancha; es decir, del compromiso y la profesionalidad que transmiten cuando les toca defender la camiseta de la selección. Saber eso es importante, porque es la base de toda buena relación. Lo que viene después es el reconocimiento y la trascendencia que uno consigue jugando por su país, como lo hicieron Paolo Guerrero, Jefferson Farfán, Pedro Gallese, Yoshimar Yotún, entre otros más.
Peña se equivoca al asumir que tenerle cariño a un jugador como Sonne, quien no ha debutado con la selección producto de las incomprensibles decisiones de Juan Reynoso, y pedir que juegue en la bicolor es faltarle el respeto a los más experimentados como Advíncula y Corzo. ¿Acaso se da cuenta de que una cosa no quita la otra? Pedir que el lateral de 23 años tenga una oportunidad no es un capricho, sino una necesidad. Promover la competencia en la interna de cualquier equipo es una práctica que él debería saber. Con 28 años, tiene que darse cuenta de que las ‘vacas sagradas’ se acabaron hace rato en la Videna. Y si Sonne está bien para competir a ese nivel, ¿por qué no darle minutos? ¿No era ante Venezuela, con Corzo de titular y Advíncula ausente por acumulación de amarillas, la ocasión ideal para hacerlo?
Entonces, no se trata de querer más o menos a alguien, sino de rendir. Y siempre será mejor darle oportunidad a quienes tienen las condiciones para hacerlo. Sea en amistosos, Eliminatorias o Copa América, a una selección como la nuestra no le sobra nada. Al contrario, es difícil encontrar jugadores que sumen más de lo que resten. Sonne, por ejemplo, juega en el fútbol danés, cuyo equipo nacional asiste a casi todos los mundiales, hace pocos nos eliminó en fase de grupos y exporta jugadores a las ligas más grandes de Europa. ¿Es Sonne más que Corzo o Advíncula? Esa decisión la toma cada uno, pero lo que sí no admite discusión es que tenga su chance de mostrarse con la selección.
Si Peña quiere hablar de respeto, sería recomendable que empiece por él mismo. Un futbolista como él, con 28 años y pieza clave en el Malmö de Suecia, no puede hacer noticia más por temas faranduleros que deportivos. Él es dueño de sus acciones y sabe lo que hace. Insisto, no se controla el cariño que el hincha tiene por un determinado futbolista; pero sí se puede ganar reconocimiento con lo que se muestra dentro del campo. Peña debe darse cuenta que está en la plenitud de su carrera, que su generación es la llamada a guiarnos al Mundial 2026 y que la responsabilidad que cae sobre su espalda es enorme. Registrar apenas tres goles en 35 partidos con la bicolor no es una estadística que genere respeto. A veces es mejor fijarse en uno mismo que en los demás.
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