Horas después de conseguir su primer título como profesional, Jackson Martínez le dijo no al festejo. Gustavo Castrillón, el técnico con el que nació para el fútbol, lo encontró en su casa levantando pesas y con la firme idea de no parar de ganar. Con esa “muestra de disciplina” dejó huella en sus primeros equipos: Deportivo Enciso y Coopebombas. Era el primero en llegar y el último en irse. Esa historia la repitió en el Oporto, con horas extra en el gimnasio. “Era obediente. Nunca le escuché una mala palabra y lo vi disfrutar del fútbol”, dijo Castrillón al recordar que Jackson llegó de la mano de su abuelo, Salomón Valencia, a la cancha de arena de Enciso, un barrio humilde de Medellín.
A los 14 años y con unas botas improvisadas mostró buenos movimientos. “Era un delantero nato. Le trabajé el cabeceo, le enseñé a saltar y le corregí la definición”, relató su mentor. Tres años después se convirtió en goleador de torneos aficionados y lo fichó Independiente Medellín.
El fútbol profesional lo recibió con una bofetada. La presión lo puso al límite en ese momento. Pasó de patear las cabezas de las muñecas de sus hermanas en su natal Chocó, donde lo bautizaron Jackson en honor al Rey del Pop (Michael Jackson), a jugar en un estadio con 40.000 personas jaleando su juego. “Lo ponía y la tribuna me silbaba. Decían que era muy malo. Se caía y fallaba los goles. Yo estaba esperanzado en que Jackson iba a reaccionar, que saldría adelante”, contó Pedro Sarmiento, el técnico que lo hizo debutar en Independiente.
Sarmiento detectó cuál era el problema que lo atenazaba. “Se cansaba y se agitaba mucho porque no descansaba ni comía bien”, relató el entrenador. Jackson “tenía condiciones, talla y técnica”. Necesitó una pulida: trabajo con pesas, dieta de engorde y fortalecimiento mental. “Todo lo asimiló bien y progresó más rápido que jugadores que tenían tres años más que él”, agregó el técnico que lo hizo debutar.
En el 2008 despegó. En 23 partidos marcó 10 goles. Pero una lesión lo puso a prueba de nuevo. Volvió más fuerte. Llegó el hat-trick ante Peñarol en la Copa Libertadores y llevó en el 2009 al Medellín de Leonel Álvarez a ser campeón con 18 goles, un récord que en Colombia no han superado. “Jackson fue totalmente influyente. Marcó goles durante todo el semestre y apareció en los momentos difíciles del torneo. Hoy está representando muy bien a Colombia por el mundo”, manifestó Álvarez. Declinó la oferta del Ulsan Hyundai de Corea y se marchó a Jaguares de Chiapas. En México anotó 36 goles en dos temporadas y llegó a la selección colombiana, a la que le ha regalado ocho tantos.
Europa. Falcao y James le abrieron las puertas en el Oporto. Allí explotó. Marcó 91 goles en tres temporadas, ganó una Liga de Portugal y dos Supercopas. Alcanzó tal dimensión que se atrevió a repetir frente al Gil Vicente la chilena que hizo en el colegio sobre el pavimento con niños extasiados como espectadores. En la Champions League anotó ocho goles, uno de ellos al todopoderoso Bayern. Y en el Mundial de Brasil 2014 se convirtió en el primer jugador colombiano que marcó un doblete en una cita mundialista.