Si pensamos en jugadores talentosos que durante los últimos años no consiguen librarse del calvario de las lesiones se nos vienen varios a la cabeza seguramente. Ilkay Gündogan, Marco Reus, Jack Wilshere o Kevin Strootman son buenos ejemplos de futbolistas que han tenido demasiados infortunios.
De hecho es inevitable preguntarnos qué hubiera sido de ellos en el caso de no haber pasado por esos trances. Pero eso es fútbol ficción. En este caso nos centramos en el holandés de la Roma, que tras deslumbrar en el PSV Eindhoven fue traspasado en 2014 al combinado de Trigoria, donde rindió a un buen nivel (29 encuentros) pero se lesionó poco antes del Mundial de Brasil.
Ahí comenzó su calvario, el cual lo llevó a jugar solamente 13 partidos en las dos temporadas siguientes. Recuperaciones y recaídas, demasiadas interrupciones en la carrera de un mediocentro con gran talento que ahora tiene 26 años y parece haber encontrado por fin algo de continuidad en este ejercicio (23 partidos, 3 goles).
Tras la marcha de Miralem Pjanic y su propia recuperación, se va asentando como imprescindible en la medular del cuadro giallorosso y por tanto está contribuyendo a que su escuadra sea la única capaz de poder plantar cara ahora mismo a la todopoderosa Juventus de Turín en la Serie A. Pero además parece que su mejor versión está por llegar.
Así lo manifestaba el propio futbolista hace unos días a la televisión oficial de su club: «Muchos dicen que el mejor Strootman no ha regresado, pero es complicado tras dos años donde no he jugado. Siempre quiero ayudar a mi escuadra y quiero jugar al nivel más alto, tengo que seguir trabajando».