El martes 25 de julio, Pumas, Torino de Italia y el uruguayo Gastón Silva dieron por cerrada la negociación para que el defensa central viniera a jugar al futbol mexicano; la comunicación era fluida y abierta, principalmente por e-mail. El traspaso era ya noticia en redes sociales por varias horas, y Gerardo Alcoba tenía compañero, un compatriota en la zaga universitaria.
Ese día Gastón envió a Pumas copia de su pasaporte, solicitó se le apoyara en el trámite de su visa de trabajo, boletos de avión de primera clase para él y su representante saliendo de Madrid, también para su madre, que viajaría a México desde Montevideo; para él, la documentación de unas 11 maletas, todo pagado por Pumas.
Gastón se comprometió a presentarse el miércoles 26 en el consulado mexicano en Madrid; hasta ahí todo bien, pero Silva no acudió a la cita. La primera mala señal. Pumas le compró boletos a él y a su madre, al representante no porque la política del club lo impide y en otro e-mail se le hizo saber al seleccionado nacional celeste.
Ratificados los acuerdos entre los dos clubes y el de Pumas con el futbolista por sus condiciones económicas, la directiva encabezada por Rodrigo Ares de Parga esperaba que Gastón subiera al avión hacia la Ciudad de México el jueves 27, pero no sucedió, tampoco al día siguiente, viernes 28, ni la mamá abordó en Montevideo. La razón: Independiente de Avellaneda.
El club argentino que había interferido en el pase de Gastón a Pumas logró armar un trato con Torino con la aprobación del jugador; a cambio de que aceptara la decisión última del uruguayo, el club que dirige Ares de Parga recibiría 100 mil dólares como indemnización, siempre y cuando no se hablará más del tema, lo cual no se aceptó y expuso el enojo en el comunicado del lunes 31: "De Pumas y del futbol mexicano nadie se va a burlar".
El Independiente ofreció al Torino más dinero que Pumas por Gastón, así como un sueldo superior al central que lo que había pactado en un contrato con los universitarios, pero ni las firmas ni la palabra evitaron que en lugar de viajar de México a Madrid lo hiciera a Avellaneda, de donde solo el Tribunal de Arbitraje Deportivo lo sacaría, si el pleito legal con que amenaza el club mexicano y el jugador llega a esa instancia.
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