Hace poco más de un año, a inicios de junio del 2016, Ismael Sosa protagonizaba el cierre de registros en el Draft del balompié nacional. Casi 10 millones de dólares fue la cantidad que Tigres pagó por los servicios del atacante argentino, que por entonces comandaba la ofensiva de Pumas. En ese preciso momento, era, sin dudas, el mejor futbolista de la Liga Mx. Goles, velocidad, asistencia y hasta carisma, el apodado ‘Chuco’ lo tenía todo y a pesar de los pesares, llegaba a un escuadrón donde competiría por el título cada semestre, además de complementar a André-Pierre Gignac como socio.
Su primer torneo no pudo ser mejor. Sosa cayó con el pie derecho en Nuevo León, jugó de titular más de 15 partidos, condujo a Tigres hasta la final de Liga y marcó, de paso, ocho anotaciones en el camino. Ismael logró en seis meses lo que no pudo en poco más de dos años con Pumas: un campeonato. La afición se identificó rápidamente con el argentino, a la vez que éste lo hizo con la grada. En el olvido quedaron las promesas de amor eterno a Universidad Nacional, al contrario, cada que los enfrentaba, por lo regular, les marcaba.
Sin embargo, está claro que Tigres no es Pumas y que para mantenerse como inamovible en el conjunto de Ricardo Ferretti solo existen dos vías: la primera, que tu apellido sea Gignac y la segunda, que mantengas un ritmo competitivo de máximo nivel de por medio. A pesar del título en el Apertura 2016, la directiva felina invirtió en la línea ofensiva para traer a elementos de alta calidad, como el chileno Eduardo Vargas, primero y después, para repatriar a Enner Valencia desde la Premier League. Poco a poco, Sosa fue perdiendo protagonismo y con ello, la titularidad.
En su segundo certamen como felino, Sosa dejó de mostrar, paulatinamente, el nivel que lo llevó a las filas de Tigres. En el Clausura 2017 registró 22 apariciones, casi todas de arranque, aunque ahora era más común que se le sustituyera cuando Ferretti necesitaba recomponer su esquema. Sumó cinco anotaciones más y en la final frente a Chivas, como a varios otros, la prensa regiomontana le acusó de falto de compromiso, careciendo de presencia y protagonismo. Habría consecuencias casi inmediatas.
Este Apertura 2017 es el fiel reflejo del rompimiento entre cuerpo técnico y jugador. Sosa ha jugado 10 encuentros de18 que hasta ahora han disputado los del norte y a pesar de la que la estadística pareciera no demostrar mucho, cuando se toma en cuenta que desde el primero de noviembre no ve acción, además de acumular menos de 400 minutos en todas sus apariciones, se puede perfilar un veredicto sobre su realidad. Sosa, en poco más de un año, pasó de ser un protagonista de la Liga Mx, a una especie de fantasma en uno de los planteles más exigentes a nivel nacional.
Apenas hace un par de semanas, Alejandro Rodríguez, presidente deportivo de la institución, desmentía la posible salida de Sosa, luego de que ciertos rumores lo colocaran de vuelta en Pumas, a préstamo, con tal de que recobrara el nivel de antaño: “Es nuestro jugador. Nadie sale de Tigres”, decía para ESPN. Unos días después, Ricardo Ferretti esbozaba otra teoría, aunque sin individualizar en conferencia de prensa: “Aquí se necesita estar al máximo para jugar; no podemos detenernos por nada”. Hoy, el futuro de Ismael parece estar lejos del Universitario.