Se acabaron los desplantes con la prensa, las polémicas declaraciones cada que Paco Jémez salía a una rueda de prensa después de algún partido de Cruz Azul. Ayer, La Máquina oficializó la salida del español, que en su mayor logro en un año en La Noria, solo tuvo consigo el pase a una anhelada liguilla, por mínimo que esto parezca para la historia de los celestes. Entre las conclusiones que dejó, el timonel también ratificó la poca fortuna que como él, otros seis entrenadores ibéricos han tenido en el futbol mexicano, durante los torneos cortos, ya que ninguno ha cumplido con las expectativas por las que fueron contratados.
Jaime Cuesta, entonces de 45 años, tomó las riendas del Celaya para el Verano 1997, con la esperanza de que le diera un rendimiento protagónico al equipo, que también contaba con Emilio Butragueño... Luego de 17 jornadas, el equipo se encontraba en el puesto 17 de la tabla, con 12 puntos; el timonel dejó a los bureles en crisis. Para el Invierno 1999, José Mari Bakero comenzó su peregrina en México y lo hacía con Puebla, un escuadrón modesto que requería de positivos resultados. Su estancia con La Franja se reduce a ocho enfrentamientos, antes de que Mario Carrillo le sustituyera y un saldo de cuatro derrotas, tres empates y un triunfo.
Benito Floro llegó a Monterrey, para dirigir a Rayados a partir del Verano 2000. El español cuenta con el respaldo de haber dirigido más tiempo que sus otros compatriotas, llegando a generar cierta identidad con sus pupilos. En su primer semestre completó insuficientes 21 unidades, que no le alcanzaron para acceder a la fase final y disputar el título; al siguiente semestre, más allá de generar algo de estabilidad, los 20 puntos cosechados volvieron a dejar fuera a su escuadrón de la liguilla; sería hasta el Verano 2001, el último del ibérico en el norte, que gracias a colarse en el tercer puesto, con 28 puntos, accedió a los Cuartos de Final, donde lo echó Pachuca.
Sin el cartel de Floro, otros como Xabier Azcargorta, Juan Manuel Lillo y Pako Ayestarán recalaron más tarde en el balompié azteca. Los tres, con más penas que glorias que recordar. El primero en mención lo hizo en Chivas, en relevo de Juan Carlos Ortega, a partir de la sexta fecha. Al término del certamen, el español contabilizaba 19 unidades, con el Rebaño en el sitio 13 de la clasificación, por lo que fue destituido. En ese mismo torneo, Lillo tomó el relevo de Carlos Bracamontes, entrando en funciones para la séptima jornada... El mayor logro de Juan Manuel fue convencer a Pep Guardiola de que militara en Dorados, pero para el Clausura 2016, certamen en el que los de Sinaloa consumaron su descenso.
Lo de Ayestarán fue meramente para el anecdotario. Arribó al timón de Santos Laguna para el Apertura 2015 ya comenzando, con el adiós repentino de Pedro Caixinha; su estancia se reduce a 10 encuentros con los Guerreros y al corte de caja, su gestión ofrecía 17 unidades, insuficientes para calificar a la liguilla. Un año antes, Pako había llevado con empates y posición en la tabla, a Estudiantes Tecos a la final por el ascenso, quedándose a minutos del boleto a la Primera División. "El futbol es injusto; este grupo merecía una recompensa mayor a la que ahora conseguimos", dijo por entonces.