LOS ÁNGELES -- Cruz Azul contrata los nostálgicos vestigios de un pasado fascinante. De un futbolista que pudo haber sido y...
Pero también desdeña la abrumadora evidencia de un presente lamentable. La apuesta, en términos hollywoodenses, sería una Vuelta al Futuro.
Tiene nombre esta osada inversión de La Máquina: Carlos 'Gullit' Peña. Hablar de él se ha vuelto un gesto de pesadumbre: lo que pudo haber sido y no fue.
Simbólicamente Las Golondrinas le acompañaron cuando embarcó hacia Brasil 2014. La alineación de Miguel Herrera era algo así como el Gullit Peña y diez más.
Nadie, entonces, pensaba que el Gullit regresaría a México. Su espectacular paso por el futbol mexicano, como figura del León bicampeón, hacían creer que Europa debería acostumbrarse a ese jugador azabache de melena y tranco largos.
No fue así. La explicación simplista fue que la fractura del Chapito Montes, socio, amigo, cómplice en las odiseas del León, le fracturó el espíritu de futbolista.
Y el Gullit nunca llegó a Brasil. Y Europa se convirtió en una utopía. Carlos Peña abdicó a su futuro. Desertó de los sueños envolventes del aficionado mexicano. Se colapsó desde dentro.
Y en los últimos tres años y medio, el Gullit ha traicionado a las bendiciones con las que fue dotado. Alcohol, odaliscas, descuidos, lo han postrado en la versión vencida, derrotada, fracasada, inerte, de aquel poderoso futbolista premundialista.
Hoy, siete millones de dólares después y con siete kilos por encima del peso que tuvo en sus momentos de mejor futbol, un pistón imponente, amo y señor de las dos áreas, al menos dentro de la verbena del futbol mexicano, de ése queda como mejor recuerdo la estampita del Álbum Panini de Brasil 2014.
Pasó por Chivas y sólo tuve siete partidos generosos. Hasta hizo creer que se había redimido de todos sus pecados, incluyendo a los ya mencionados, la displicencia personal y laboral. Un espejismo.
Afortunadamente para el Guadalajara, Pedro Caixinha logró convencer al Rangers de Escocia. El técnico portugués consumó algo así como vender aire acondicionado a los esquimales. Y para completar el paquete de futbolistas desahuciados, se llevó a Eduardo Herrera.
Chivas perdió en la transacción, pero ganó al librarse de un problema. Gullit enviciaba con su ejemplo el vestuario. Es un personaje sano, pero aún las deliciosas y nutritivas manzanas engendran gusanos.
Hoy Gullit Peña llega a Cruz Azul. Pedro Caixinha se juega otro albur con él. El técnico dice que se ha regenerado y que a los 28 años su futbol sigue intacto.
Con Rangers, Peña recibió una marcación especial. El club vigilaba que el jugador mexicano viviera una vida de castidad, en todos sentidos. Su único contacto con el whisky escocés era a través del olfato.
Tal vez Caixinha y la familia del Gullit deban extender esa vigilancia extrema para que pueda sortear a las musas entre el tsunami de tentaciones hedonistas de la Ciudad de México.
Pocos futbolistas reciben tantas oportunidades. Pocas veces el futbol es tan compasivo y generoso. Pocas veces se conceden tantas posibilidades de reivindicarse.
Esta, la que le ofrece Cruz Azul, seguramente, será la última posibilidad de redención.
Y Caixinha tiene razón: el futbolista debe mantener íntegras sus virtudes. Si puede, si quiere, porque debe, puede ser mejor que ese Gullit de hace tres años y medio.
Y si Carlos Peña recapacita, será más fácil deshacerse de esos siete kilos de sobrepeso respecto a aquella su mejor versión.
Si no recapacita, le será más fácil deshacerse de esos 7 mdd que le entregó generosamente aquella, la casi mítica mejor versión de hace tres años y medio.
Escribía Mark Twain que "nadie se desembaraza de un hábito o de un vicio tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño".
El problema es que para Carlos 'Gullit' Peña la ruta de la reivindicación será absolutamente cuesta arriba.
La duda es, entonces, si ese hombre que dinamitó con vicios sus propia estatua, tendrá las virtudes para reconstruirla...