La jornada 10 del Clausura 2018 nos tenía reservado un partido de proporciones bíblicas. Si hubiera que ocupar un equivalente en el imaginario colectivo en el que dos fuerzas disparejas se enfrentaron para el legado de los siglos, Guadalajara llegaba al encuentro como David, y América como Goliat.
En teoría, la victoria para los locales se veía complicada por el excelente momento del archirrival que desde hace cinco partidos se había olvidado de lo que era perder. Pero es bien sabido que un Clásico Nacional no discrimina por la posición en la tabla o la estética del juego colectivo o individual de sus protagonistas.
Así es como Chivas y Águilas afrontaron su cita en el Estadio Akron y arrancaron con ímpetu y nervios. El esférico coqueteó con ambos, por momentos se inclinó por los visitantes y, a ratos, con los rojiblancos.
Primero Bruno Valdez de cabeza.
Después disparo de Alan Pulido.
Al igual que David, Chivas asedió a Goliat con los mismos recursos que había mostrado en el Clausura 2018. La diferencia es que el Rebaño entró en estado de gracia ante su gente, como no se le había visto en el certamen, y
al minuto 20 dio el primer piedrazo en la humanidad del gigante azulcrema.
Pero un monstruo herido suele ser más peligroso al ver que el menos favorito le gana la partida.
El América reaccionó minutos después del descalabro, pero el colegiado le dijo que no a Cecilio Domínguez, que todo el esfuerzo se había quedado en un fuera de lugar. Goliat tendría que ser paciente para dar su pedrada.
Y no tuvo que esperar tanto para empatar la pizarra, ya que Oribe Peralta le regresaba la calma al cuadro azulcrema con un verdadero golazo de media vuelta.
La guerra se había emparejado, el balón volvía a no tener dueño y las acciones en ambos arcos eran incesantes.
El descanso era más que merecido para ambas escuadras que no dejaron de intercambiar todo tipo de ataques. Pero antes de ir a los vestidores, Javier López prefirió alargar el dramatismo del 1-1 tras perdonar de zurda.
La emoción y tensión de los primeros 45 minutos se diluyeron en el complemento. Chivas y Águilas siguieron presentando jugadas de peligro, pero esto ya se había convertido en una guerra sin orden. Las faltas y los cartones amarillos tomaron el protagonismo sobre el césped.
Oribe Peralta pudo haber terminado la desordenada monotonía, pero clavó demasiado el pie debajo del esférico y
su intento de 'vaselina' quedó en un susto para David y un lamento para Goliat. El marcador seguía empatado.
Las Águilas sabían que para ganar su duelo tendrían que recurrir a todo, incluso al ya bien conocido engaño. Pero esta vez les negaron la pena máxima.
El Clásico de Clásicos concluyó con un empate que no decepcionó a propios y extraños. En esta versión de la mítica batalla entre David y Goliat, ni el débil ni el más fuerte se pudo imponer, pero
la victoria simbólica fue para los azulcremas que mantuvieron el invicto y suman 10 partidos sin conocer la derrota, pero perdieron el liderato.
El Guadalajara rescató el orgullo en la cancha pero en los números sigue estancando en el penúltimo lugar de la tabla en el Clausura 2018 de la Liga MX.