La Diosa Minerva estuvo pendiente de todo lo que ocurría. Con el ojo izquierdo podía observar el partido más importante de la historia reciente del Guadalajara; con el derecho, cuidaba que todo estuviera en orden a sus alrededores. Los colores azul, blanco y rojo descansaban a sus pies; el sustituto perfecto a la remera que no podía portar.
¡Gol del Guadalajara! Gol de Orbelín Pineda y explota la emoción en la Glorieta Minerva. El grito de “¡Chivas! ¡Chivas!” se hace presente. #SCCL2018@laaficionpic.twitter.com/fqlnxmlOuW
— Rodrigo Camacho (@RodrigoCamacho_) 26 de abril de 2018
En cuestión de 30 minutos, lo que era una reunión ocasional de aficionados se convirtió en una fiesta rojiblanca con todos los componentes: trompetas, banderas, mantas y la clásica camiseta de Chivas.
Nunca una música fue tan incómoda. La gente quería escuchar a los comentaristas porque la glorieta tapatía es la combinación perfecta entre sentirse en casa y estar en el estadio. Cualquier fallo mínimo de las instalaciones era condenado con silbidos incesantes.
“¡Dale, dale, dale Rebaño!” Cantan los aficionados rojiblancos en La Minerva. El apoyo para Chivas no es solo en el estadio. #SCCL2018@laaficionpic.twitter.com/TzQedlUV4w
— Rodrigo Camacho (@RodrigoCamacho_) 26 de abril de 2018
Aquellos que estaban en el Estadio Akron guiaban a los que se encontraban a kilómetros de distancia. Cuando el sonido lo permitía, los cánticos de la cancha encontraban su extensión en el punto de encuentro rojiblanco.
El gol de Orbelín Pineda sirvió para desahogar toda la tensión acumulada. Después los goles de Toronto contrastaron con la alegría previa, para mantener el drama durante más de una hora, hasta que llegaron los penales.
El júbilo de saber que 11 mexicanos estarán en el Mundial de Clubes. Chivas campeón de @TheChampions. #SCCL2018@laaficionpic.twitter.com/NDUoGWghND
— Rodrigo Camacho (@RodrigoCamacho_) 26 de abril de 2018
El grito escuchado después de la conversión de Alanís pareció sustituir aquellos que quedaron ahogados durante el encuentro. Pero los fallos de Toronto se festejaron con más emoción; el primero de ellos provocó un aire de campeón, y el segundo produjo lágrimas.
Cuando el Guadalajara se supo campeón y sus aficionados cayeron en cuenta de ello, todas las manos se levantaron en señal de victoria, excepto dos. La Diosa que resguardaba tuvo que mantener esa postura firme característica. La Minerva prefirió seguir cuidando a sus huéspedes, quienes últimamente se han acostumbrado a visitarla.