19/05/2024

La Minerva es rojiblanca por Concachampions

Jueves 26 de Abril del 2018

La Minerva es rojiblanca por Concachampions

Los aficionados de Chivas fueron a la Minerva para celebrar el triunfo del Rebaño en la Liga de Campeones de la Concacaf, así como el pase al Mundial de Clubes

Los aficionados de Chivas fueron a la Minerva para celebrar el triunfo del Rebaño en la Liga de Campeones de la Concacaf, así como el pase al Mundial de Clubes

La Diosa Minerva estuvo pendiente de todo lo que ocurría. Con el ojo izquierdo podía observar el partido más importante de la historia reciente del Guadalajara; con el derecho, cuidaba que todo estuviera en orden a sus alrededores. Los colores azul, blanco y rojo descansaban a sus pies; el sustituto perfecto a la remera que no podía portar.

En cuestión de 30 minutos, lo que era una reunión ocasional de aficionados se convirtió en una fiesta rojiblanca con todos los componentes: trompetas, banderas, mantas y la clásica camiseta de Chivas.

Nunca una música fue tan incómoda. La gente quería escuchar a los comentaristas porque la glorieta tapatía es la combinación perfecta entre sentirse en casa y estar en el estadio. Cualquier fallo mínimo de las instalaciones era condenado con silbidos incesantes.

Aquellos que estaban en el Estadio Akron guiaban a los que se encontraban a kilómetros de distancia. Cuando el sonido lo permitía, los cánticos de la cancha encontraban su extensión en el punto de encuentro rojiblanco. 

El gol de Orbelín Pineda sirvió para desahogar toda la tensión acumulada. Después los goles de Toronto contrastaron con la alegría previa, para mantener el drama durante más de una hora, hasta que llegaron los penales.

El grito escuchado después de la conversión de Alanís pareció sustituir aquellos que quedaron ahogados durante el encuentro. Pero los fallos de Toronto se festejaron con más emoción; el primero de ellos provocó un aire de campeón, y el segundo produjo lágrimas.

Cuando el Guadalajara se supo campeón y sus aficionados cayeron en cuenta de ello, todas las manos se levantaron en señal de victoria, excepto dos. La Diosa que resguardaba tuvo que mantener esa postura firme característica. La Minerva prefirió seguir cuidando a sus huéspedes, quienes últimamente se han acostumbrado a visitarla.

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