Cambios constantes en el liderato general, en la tabla de posiciones y escenas tan dramáticas como ver al reciente campeón hundido en el fondo de la clasificación general. Algunos le llaman “equilibrio” y se vanaglorian del hecho de que en el futbol mexicano, a diferencia de las principales ligas del mundo, “cualquiera le puede ganar a cualquiera”. Lo que es difícil identificar es si esa inconsistencia realmente es una muestra de competitividad o de medianía o de mediocridad. Sea como sea, el nuestro es un futbol bipolar…
SAN DIEGO, California -- Algunos le llaman “equilibrio”. Otros, “competitividad” y algunos más lo califican como “emocionante”. Yo creo que el futbol mexicano es “bipolar”.
Primero fue el León, luego apareció Pumas, siguió el América y ahora esta Cruz Azul. El futbol mexicano rota la estafeta del líder en medio de la casi imperecedera polémica sobre si este futbol es equilibrado al alza o de plano se hunde en la medianía, en la mediocridad de aquellos que son incapaces de sostener un ritmo de juego y de resultados.
Al final, prevalece la cuestión: ¿Es competitivo, parejo o de plano es malo y decadente en términos meramente deportivos?
Pero no confundamos la emoción que puede ofrecernos esa irregularidad con un verdadero nivel de juego capaz de situar a esta liga entre las mejores del continente y algunas de las más serias del mundo. La emoción de ver como se altera el liderato o se transforman las posiciones de una semana a otra o quizá que el reciente campeón -Rayados levantó la Copa hace poco más de dos meses- este sumido en una crisis que le ha sepultado como el ultimo de la tabla. El futbol mexicano -salvo raras excepciones- no respeta ni historia, ni tradición ni inversión. Cualquiera le gana a cualquiera.
Puede que el sistema de competencia fomente ese equilibrio o mediocridad. Después de todo, son ocho los clubes que se clasifican a la liguilla y tras ello se propone un torneo muy diferente, donde ello de que “cualquiera puede ganar” no es totalmente claro ni correcto.
No estoy en contra de las emociones. Es parte fundamental de un espectáculo-entretenimiento como lo es el futbol, pero sí me gustaría tener más certeza de que lo veo . Es muy fácil confundirse en esta Liga entre lo que es real y fantasía. Un equipo no puede perder la compostura de una semana a la otra y portarse como un completo desconocido, de sus fortalezas, del nivel de sus futbolistas, de la jerarquía de su entrenador y hasta de sus resultados en general. Hay una bipolaridad que estremece a nuestro futbol y lo deja de cara a la eterna cuestión de cuál es su verdadero valor y nivel. El nuestro es un futbol bipolar.