El 13 de marzo de 2002, Gabriel Caballero debutó con la selección mexicana en un juego amistoso contra Albania en el Qualcomm Stadium, de San Diego, Estados Unidos. El Eterno disputó los 90 minutos. Javier Aguirre le tenía en mente para llevarlo a la Copa del Mundo de Corea y Japón. Era uno de los mejores jugadores de aquellos días y uno de los ídolos de Pachuca.
Caballero acudió al primer Mundial que se celebró en Asia, había pasado 46 años para que un jugador naturalizado se pusiera la camiseta Tricolor en la máxima justa. Había llegado a México en 1996, procedente del futbol chileno y en esta tierra echó raíces. Campeón de Liga y de goleo con Santos, multicampeón con Pachuca. El Eterno jugó tres partidos en el Mundial de Corea-Japón.
En entrevista con MILENIO-La Afición, Gabriel habla de la convocatoria de Julián Quiñones, de lo que representa vestir la camiseta de México en su condición de naturalizado y asegura que incluso hoy se le enchina la piel cuando escucha el Himno Nacional.
“Asumí la responsabilidad de que quería ser mexicano, los motivos de cada uno es algo individual, yo lo hice porque me gustó la forma de vivir y una parte de agradecimiento por cómo me abrieron las puertas del país; me naturalicé y al año llegó la convocatoria, pero nunca pensé que pudiera ser por ese lado, porque de todas maneras yo lo hice por gusto y todo lo que pasó después ya es otra cuestión. Me retiré en 2009, llevo 14 años y sigo viviendo en México, es donde quiero estar, extraño a mi mamá, a mis hermanos, pero acá está la realidad”, apunta Gabriel.
Sin más exigencias
De entrada, Gabriel señala que al interior de la selección nunca hubo trato diferente hacia él, ni a favor ni en contra, y eso es algo que, considera, no debe suceder. “Eso es mucho de lo que se habla afuera, el circo o el entorno es más complicado de lo que es internamente, los jugadores nos respetamos, yo ya llevaba muchos años de estar en México cuando fui a la selección, ya había ganado muchos títulos, tenía un nombre, era uno de los jugadores más importantes del futbol mexicano en los equipos en los que había participado. Siempre ha habido respeto y las bromas del vestuario siempre van a estar, pero es mucho más lo que se genera afuera que lo que pasa dentro, no es ningún inconveniente”, señaló.
Y aunque en el mismo entorno pudiera llegar a manejarse la idea de que a Julián se le debe exigir más por su condición, porque se puede generar el pensamiento de que tiene que ofrecer un plus, el mismo Gabriel considera que se le tiene que exigir lo mismo que al resto, ni más ni menos.
“Eso es lo que quiere el periodismo, que sienta la obligación de hacer más que los demás. Para mí el futbol es uno solo y es un juego en conjunto, si te llaman a la selección por lo que haces en tu equipo lo que tienes que hacer es lo mismo que haces en tu equipo y nada más; entonces, uno llega a colaborar y sumar su granito de arena con el resto y es un equipo, en una selección están los mejores y tienes que hacer las cosas bien como las vienes haciendo, por eso te llaman, después no tienes que hacer más, siempre tienes que exigirte y hacer las cosas al máximo, hacer lo que no pueden hacer otros diez tampoco; si quieres sacar desde el arco y gambetearte a los diez rivales y hacer el gol eso no va a pasar. Para mí, el naturalizado es uno más, después si te gusta cómo juega o no te gusta ese ya es otro tema”.
Un arma más
Gabriel habla de lo que le aportará Quiñones al conjunto mexicano, reconoce su calidad y considera que la competencia crecerá y beneficiará al cuadro nacional.
“Es un jugador que tiene gran calidad y muchas herramientas para sumarle a la selección. Es un buen jugador, las características de él es que es un jugador fuerte y rápido, que al espacio puede luchar fuerte contra los defensores, tiene buena técnica, es un jugador completo, después eso no quiere decir que siempre le salga todo bien, porque a ningún jugador le sale siempre todo bien; creo que tiene las virtudes que se necesitan en un equipo y por supuesto también en la Selección”.
FCM