No fue para nada una corrida tradicional. Para empezar la cita en sábado a las 16:00 horas se antojaba algo más que extraña. Tal vez por lo mismo la entrada en los tendidos de la Nuevo Progreso no correspondió a lo que la combinación de matadores podría prometer un lleno, pero que se tradujo en algo más de media entrada.
No fue común ver una partida de elementos del Ejército en el tendido alto rindiendo homenaje a la bandera nacional, de la misma manera que tampoco era ordinario ver a un grupo de charros ver partir plaza. Pero mucho menos ordinaria fue la sensación de escuchar el himno nacional interpretado por la banda de música. La piel sensible mientras los asistentes de pie entonaban las estrofas patrias. Un prólogo de lujo para una de las corridas de conmemora el 475 aniversario de la fundación de Guadalajara, que se ha constituido como el bastión del toro bravo en México.
Tampoco fue común ver un cartel con dos extranjeros, compuestos por el español José Antonio Morante de la Puebla, el peruano Andrés Roca Rey y un sólo mexicano que fue el muy novel Luis David Adame.
La corrida sabatina de aniversario estuvo aderezada con los comentarios jocosos y poco taurinos del clásico Atlas-Chivas que se celebraría enfrente. Una locura para la vialidad y los estacionamientos.
En el ruedo, el español Morante de la Puebla, ungido con el don del arte puro, pero también quien no pisa el acelerador sino siente que tiene enfrente a un colaborador a modo, fue discreto en su actuar. Discreto, que no debe de confundirse con pasivo, porque cuando menos a su primer toro le dibujó muletazos de un trazo llevado por la inspiración.
Pero el toro de Teófilo Gómez no tenía para dar más y el sevillano se limitó a dar probaditas de lo que es capaz. Misma situación que se vivió en su segundo toro, al cual apenas y le hizo uno que otro esfuerzo para lucir.
El segundo espada, el peruano Andrés Roca Rey, juega en todo momento con la frecuencia cardíaca de los espectadores. Se coloca en el terreno en donde apesta a tragedia, y ahí mismo se pasa al toro por donde se desafía las leyes de la física, a la técnica y en donde se coquetea con el quirófano en todo momento. Pero aún en esa actitud kamikaze hace falta un toro que se preste para completar el cuadro trágico. Los de Teófilo nunca tuvieron el papel de villanos, lo que ocasionó que Roca Rey no tuviera como helar la sangre de la concurrencia.
Muy lejos de cualquier lógica apostadora, el mexicano Luis David Adame, con escasos 19 años de edad y pocos meses como matador de toros, fue quien se alzó como el máximo triunfador con el corte de dos orejas a su primer toro. Luis David tuvo la virtud de alargar cada muletazo, como si consiguiera darle un segundo aire a cada pase. El público disfrutó el trazo y la entrega de Adame, quien nunca dudó en darlo todo.
FICHA TÉCNICA
Toros de Teófilo Gómez, bien presentados aunque carecieron de empuje y bravura.
Morante de la Puebla (espuma de mar y azabache) silencio y silencio.
Andrés Roca Rey (tabaco y oro): Un aviso y silencio.
Luis David Adame (azul cielo y oro): Dos orejas y palmas.
MC