La entidad azul decidió un día alejarse parcialmente del populoso Barrio Obrero para buscar más espacio. También para esquivar la sombra y la gran estridencia que destila Cerro Porteño, uno de los tantos clubes que se concentra en Avenida Quinta, que los azulgranas hacen suya por exclusividad y la denomina “Capital del Sentimiento”.
El destino dirigió hasta la apacible ciudad de Villa Elisa. Claro, con menos modernidad cuando se dio aquella mudanza en 1985, pero ubicada solamente a unos tantos kilómetros de su sede central, que sigue funcionando contiguo a la entidad azulgrana, en esa trinchera de pasiones que comparten con elencos como Nacional y Atlántida.
Sol dejó gran parte de su corazón en el barrio en donde nació y creció: su sede social, piscina, colegio y un estadio con candado abierto, que infla el pecho de orgullo a sus seguidores, ya que basquetbolistas lograron ganar muchos títulos y los hombres arañaron hazañas en el fútbol.
En su nuevo domicilio se transpira fútbol profesional y de formativas. De esta manera, el Luis Alfonso Giagni va sintiendo cada temporada el crecimiento deportivo del equipo, clasificado de forma seguida a copas internacionales. El logro futbolístico hace a su vez que la población autóctona empiece a tomarle cariño y guardarle fidelidad para empujarlo hacia su tercer título local.
Además, su administración ordenada de los últimos años le permite ser considerada como un club modelo en el fútbol paraguayo, uno capaz de formar y vender, como de traer refuerzo de la calidad de Sebastián Abreu, y volver a servir de trampolín para relanzar a atletas nacionales.