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Este martes en Lima, en un estadio con 40 mil personas dispuestas a la amigdalitis, Perú se juega la chance de ir a la repesca y luego, a su segundo mundial consecutivo. Son tres puntos, pero también 20 millones de dólares promedio que FIFA y sponsors premian —quizá sean más— por clasificar. Son tres puntos, apenas, que sí alcanzan para coser la enorme herida de nuestra autoestima, aunque sea unos pocos meses y luego se vuelva a abrir. Y son tres puntos, porque el triunfo sobre Paraguay manda a la selección directamente al repechaje, sin que importen los cálculos en otras canchas de Sudamérica y esa breve suma en la matemática peruana, multiplicará la alegría.
La justicia de ese encuentro, tan fundamental para la situación emocional, futbolística y económica de un país con la salud quebrada, estará en manos del señor árbitro argentino Fernando Rapallini. Fefo para sus amigos, nació en La Plata hace 43 años, es FIFA desde el 2014 y tiene un oficio que el diario La Capital de Mar del Plata definió como “constructor de piletas”. Sabe lo que es dirigir partidos picantes: ha estado en River-Boca, en Racing-Independiente, dos escenarios que son como hornos microondas. En 2021, incluso, pitó en la Eurocopa, a la sorprendente Macedonia del Norte, que eliminó a Italia del mundial. Y dada su experiencia, también tuvo ya un episodio polémico con el VAR: una roja anulada y un penal cobrado en un Flamengo-Olimpia por Copa Libertadores.
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Googlear su biografía debe ser un ejercicio obsesivo hasta mañana, martes 29. A las 6:30 p.m. importa más que Cueva arranque el partido en estado de gracia, que la defensa devuelva solvencia y no pase apuros, que Yotún vuelva a ser Yotún para que Perú recupere, en el partido de fútbol más importante del año, la identidad que le permite superar a su rival con la pelota. Sin ello, la selección depende de un milagro para llegar al repechaje. Con ello, solo depende de sí.
Que sea el mejor partido de su vida, sr. Rapallini. En su oficio, con el reglamento y la mecánica que exige el VAR, siendo así invisible. Nuestra memoria reciente fastidia. Hay un sitio reservado para los peruanos en la portada de mañana y en la de del miércoles. Los goles los tienen que hacer los nuestros.